El geólogo Eugene Shoemaker, reconocido en el ámbito de la astronomía por ser uno de los científicos fundadores del campo de la ciencia planetaria, fue uno de los primeros en proponer que los cambios geológicos repentinos podrían deberse a la caída de un meteorito. Su desempeño en el Servicio Geológico de Estados Unidos, así como en el Instituto Tecnológico de California, lo llevó a ser protagonista de una increíble historia: ser el único ser humano cuyos restos se encuentran en la Luna.
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Conocido como el 'gran Gene', Shoemaker fue uno de los pioneros en la exploración del sistema solar y la ciencia lunar, con especialización en el estudio de cráteres. Nacido en Los Ángeles en 1928, demostró su inteligencia al completar la secundaria en tres años. A los 16 años ingresó a la Universidad, en el California Institute of Technology. En 1948 ya se había graduado en Ciencias Naturales y comenzó el doctorado en Princeton.
Allí conoció a la hermana de su compañero de estudios, Carolyn Spellman, licenciada en Historia y Política, quien además realizó un curso de Geología. Eran almas gemelas y se casaron en 1951.
Eugene Shoemaker y su esposa Carolyn dedicaron su vida a la investigación de cráteres. Foto: NBC News
Mientras trabajaba para el United States Geological Survey, Shoemaker era un amante de la Luna, por lo que logró desarrollar el primer mapa geológico lunar. Su labor en la NASA influyó en las misiones Apolo; de hecho, la reseña sobre el geólogo señala lo siguiente: "En 1961 asumió un papel de liderazgo en el USGS (Servicio Geológico de los Estados Unidos) y en el estudio de la astrogeología, las misiones Ranger a la Luna y el entrenamiento de los astronautas".
Sin embargo, uno de los mayores deseos del 'gran Gene' era viajar a la Luna. Estuvo cerca de lograrlo. Lamentablemente, quedó excluido por padecer la enfermedad de Addison, un trastorno de la glándula suprarrenal.
Shoemaker tuvo un destacado desempeño en la NASA, cuando, en 1992, fue condecorado con la Medalla Nacional de Ciencia de Estados Unidos. Precisamente, un año antes logró su mayor descubrimiento: el cometa Shoemaker-Levy 9, junto con su esposa y el astrónomo David Levy. El mencionado cometa impactó en Júpiter y ofreció al ser humano la primera observación de un impacto extraterrestre en el sistema solar.
El científico estadounidense se especializó en cráteres. Foto: USGS
En 1997, en un accidente automovilístico, Shoemaker falleció durante una expedición en Alice Springs, Australia. El científico murió de forma instantánea y su esposa resultó herida de gravedad. Con ello, llegaron los reconocimientos póstumos: su nombre fue colocado en un cráter de la Luna, otro en Marte, en un asteroide y en una sonda espacial.
Imagen del telescopio Hubble que muestra los impactos del cometa Shoemaker-Levy 9 (mancha marrón). Foto: Wikimedia Commons
Poco después llegaría el más alto homenaje póstumo por parte de la NASA: las cenizas del científico estadounidense iban a ser depositadas en la Luna. En 1998, sus restos viajaron en el vehículo espacial Prospector durante un año, en una cápsula de policarbonato, que se estrelló en el polo sur del satélite terrestre. Con ello, las cenizas del genio fueron esparcidas por la Luna, convirtiendo a Shoemaker en el primer ser humano en ser 'enterrado' en la Luna.
Junto a las cenizas de Gene, se encontraba una tarjeta con una cita de William Shakespeare, de su obra Romeo y Julieta: "Y cuando muera tómalo y córtalo en pequeñas estrellitas, y hará el rostro del cielo tan hermoso que todo el mundo estará enamorado de la noche, sin rendir culto al estridente sol".