Científicos descubren, finalmente, qué hay dentro de la Luna: es casi igual que la Tierra
Un equipo de científicos franceses liderado por el astrónomo Arthur Briaud reveló recientemente la composición del núcleo interno de la Luna, destacando su similitud con la Tierra.
La comunidad científica dedicada a analizar los elementos que integran el sistema solar continúan en la búsqueda de conocer más acerca de la estructura de la Tierra, el espacio exterior y sus componentes. Recientemente, un equipo del Centro Nacional Francés de Investigación Científica, comandado por el astrónomo francés Arthur Briaud, detalló de forma explícita la composición del núcleo interno de la Luna.
En el artículo de investigación, se presenta evidencia de la similitud que el satélite natural presenta con el interior de la Tierra en cuanto a los elementos que las componen y la distancia desde el centro de los núcleos internos hasta la corteza planetaria (longitud de radio).
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¿Qué hay dentro de la Luna?
La revista Nature, en conjunto con el centro de investigación francés, precisaron que el núcleo interno de la Luna es sólido. Presentando un radio de 258 kilómetros, el equipo descubrió que la densidad de la parte más profunda del satélite es de aproximadamente 7.822 kilómetros por metro cúbico. Esta cifra es cercana a la densidad del hierro, componente principal de la región central interna de la Tierra.
El núcleo lunar es sólido, según la revista Nature. Foto: Pixabay
Los resultados de este estudio, señala Arthur Briaud, corrobora el hallazgo de la NASA en el 2011 a través del Programa Apolo. En este, se constató indicios concretos de un núcleo interno de la Luna similar al de la Tierra. Briaud también resalta que la semejanza de los núcleos representa algunas implicaciones en la evolución de la Luna.
¿Cómo era el campo magnético de la Luna?
La revista Nature menciona que la Luna, en algún momento, contó con campos magnéticos. La creación de esta fuerza se genera por movimiento y convección de los núcleos internos de los cuerpos espaciales. Por lo que es de vital importancia conocer la composición de la zona profunda del satélite para saber el porqué de su desaparición.
La Luna contó, en algún momento, con un campo magnético. Foto: Nat Geo
El informe respalda, además, un escenario de bombardeo lunar en los primeros 1.000 millones de años del sistema solar. Para constatar esta conclusión, podemos hablar de la vez que el Proyecto Apolo halló la presencia de pequeños campos magnéticos en la superficie lunar, por lo que hay información importante para afirmar que la Luna tuvo una mayor influencia magnética.
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¿Cómo se puede analizar la composición de la Luna?
La manera de analizar la composición interna de la Luna y, en general, de todos los elementos del sistema solar es mediante datos sísmicos. Cuando ocurre un terremoto, se originan ondas acústicas. Gracias a ello, se puede examinar el material de un planeta, lo que ayuda a los científicos a crear un mapa detallado del interior del objeto.
El Proyecto Apolo recopiló datos sísmicos para conocer los elementos componentes de la Luna. Foto: NASA
La Misión Apolo, realizada entre los años 1969 y 1972, recopiló datos sísmicos lunares. Sin embargo, la limitación tecnológica repercutió en la duración de las misiones y ubicación de los sismómetros, por lo que se dificultó la capacidad para analizar pequeños movimientos telúricos.
A raíz de este problema, Arthur Briaud junto con su equipo encontraron en los experimentos con láser al espacio una forma eficiente de estudiar el perfil de las características de la Luna. Dentro de los aspectos relevantes, se encontraron puntos como el grado de deformación lunar en su interacción gravitacional con la Tierra, la variación en su distancia y la densidad.
¿Cuál es el único satélite que tiene la Tierra?
La Luna es el único satélite natural que tiene la Tierra siendo, además, el quinto satélite más grande del sistema solar. Si bien aparenta ser el objeto más brillante del espacio luego del Sol, la Luna cuenta con una superficie oscura con una reflexión de luz similar a la del carbón. Los ciclos regulares de este influyen culturalmente en la mitología, el arte y el calendario.