El fuerte terremoto de magnitud 6.2 que remeció, el último lunes 18 de diciembre, las provincias de Gansu y Qingha, ubicadas al noreste de China, viene dejando al menos 120 fallecidos y 734 heridos. Sin embargo, se teme que el número de víctimas mortales aumente, puesto que, además de estar contra el reloj, los rescatistas deben trabajar bajo una intensa ola de frío de hasta -14 C°.
Pese al intenso clima, se han empleado drones, excavadoras y topadoras para intentar sacar con vida a las personas enterradas por las estructuras de viviendas que se derrumbaron. Medios locales, como la revista china Newsweek, han apuntado que el hecho de que sea una región montañosa originó que se compliquen las labores de remoción.
"Las 72 horas posteriores a un terremoto, cuando es más probable rescatar a los supervivientes, se podrían acortar por el mal tiempo, con lo que las víctimas atrapadas se enfrentan a un mayor riesgo", advirtió la agencia estatal Xinhua.
Ante la emergencia suscitada, el Gobierno de China decretó emergencia de nivel II ante el reporte de daño en más de 150.000 casas en la zona de Jishisan, donde se registró interrupción de los servicios de agua, electricidad y comunicaciones. Para ello, se ha dispuesto asignar 200 millones de yuanes (alrededor de US$28 millones) para las tareas de rescate y reconstrucción.
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La prensa local china apunta a que el último terremoto en China dejó una "significativa cifra de víctimas" por "la escasa resistencia sísmica" de los edificios de esas regiones. Asimismo, agregan que otro importante factor es que el sismo fue durante la noche, "sin margen de maniobra para realizar una evacuación a tiempo", señala el diario Global Times.
Algunos residentes aseguraron al rotativo local The Paper que muchas personas dormían cuando se produjo el terremoto, al filo de la medianoche local, y que no tuvieron tiempo de refugiarse.
Este periódico también cita el testimonio de una mujer cuya casa se derrumbó en el acto y que pudo escapar porque todavía estaba despierta cuando tembló la Tierra.
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La presidenta de Taiwán, Tsai Ing-wen, expresó este martes su solidaridad con China tras el terremoto de magnitud 6.2 que sacudió anoche las provincias de Gansu y Qinghai (noroeste), que ha dejado al menos 120 fallecidos, reportó la agencia local de noticias CNA.
“Mis sinceras condolencias a todos aquellos que han perdido seres queridos en el reciente terremoto en el noroeste de China. Oramos para que todos los afectados reciban la ayuda que necesitan y esperamos una pronta recuperación”, afirmó Tsai en su cuenta de la red social X (antes Twitter).
La mandataria de la isla también agregó que Taipéi está “preparada” para “ofrecer asistencia” en las labores de rescate.
Con información de EFE.