Por María M. Mur, EFE
“Hoy decimos ante Chile y el mundo: democracia hoy y siempre”, indicó el presidente chileno, Gabriel Boric, quien aseguró frente al palacio de La Moneda que “la democracia es una construcción continua” y “el único camino para avanzar a una sociedad más justa”.
En presencia de los gobernantes de México, Colombia, Bolivia, Uruguay y Portugal, Boric pronunció un sentido discurso, donde describió a Allende como un hombre “de impecable trayectoria democrática” e hizo un reconocimiento a las 40.000 víctimas que dejó la dictadura, entre ellas 3.200 ejecutados y desaparecidos.
La historia ha hecho que la conmemoración del golpe esté encabezada por Boric, el mandatario más izquierdista desde Allende, y que la efeméride coincida además con el auge de la extrema derecha y los discursos negacionistas en Chile.
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La Unión Demócrata Independiente (UDI), uno de los partidos del bloque opositor Chile Vamos y de origen pinochetista, publicó una dura declaración en la que aseguró que el golpe era “inevitable” porque durante el Gobierno de la Unidad Popular de Allende (1970-1973) “sobrevino un quiebre social, político e institucional”. “La reconciliación no pasa por empatar las responsabilidades entre víctimas y victimarios, sino por hacer todo lo que está a nuestro alcance para tener verdad y justicia”, respondió Boric, que recientemente anunció el primer plan nacional de búsqueda de las más de 1.000 víctimas del régimen de Augusto Pinochet (1973-1990) que aún permanecen desaparecidas.
Los líderes mundiales invitados al acto, entre los que también estaban expresidentes como José Mujica (Uruguay), firmaron el llamado “Compromiso de Santiago”, una declaración a favor de la democracia.
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A las 11:52 hora local, hora exacta del ataque a La Moneda hace 50 años, se guardó un minuto de silencio para honrar a las víctimas. Sentadas en primera fila, la ministra de Defensa, Maya Fernández, y la senadora Isabel Allende, nieta e hija de Allende, respectivamente, no pudieron contener las lágrimas.
Miles de chilenos siguieron conmovidos el acto y gritaban proclamas como “¡Allende vive, ahora y siempre!” o “El pueblo unido jamás será vencido”.