El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, ocupa el primer puesto del ranking de valoración de los presidentes latinoamericanos, con un 90% de aprobación, según el Latinobarómetro. Se trata del mandatario mejor evaluado desde 1995 en la región y, gracias a sus estrategias extremas de lucha contra la violencia, ha sido considerado una estrella política. Pero, ¿a qué se debe ello? Marta Lagos responde a CNN.
Durante una entrevista hecha por el medio estadounidense, en el programa 'Oppenheimer Presenta', la directora de Latinobarómetro explicó por qué Bukele tiene una aprobación tan alta, incluso mayor a la del papa Francisco.
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Según Lagos, la popularidad del mandatario salvadoreño está relacionada con el declive de la democracia en la región desde 2010. Desde entonces, se han buscado soluciones para enfrentar los problemas económicos que surgieron tras la crisis financiera en 2008 y la ralentización económica en varios países de Latinoamérica. Esto se complicó más con la llegada de la pandemia.
Asimismo, la experta señaló que el presidente mostró un patrón de liderazgo político en la región frente a la inseguridad y violencia. "La aprobación de Bukele es, entonces, el resultado de que el pueblo salvadoreño puede salir a la calle, puede festejar, puede no ser asaltado ni matado", añadió Lagos.
El famoso ‘plan Bukele’ se hizo conocido en toda Latinoamérica luego de que las pandillas en El Salvador provocaran la muerte de más de 100 ciudadanos. Esto ocasionó un quiebre de relaciones entre la Mara Salvatrucha y el gobierno de Bukele, ya que tenían un acuerdo que garantizaba un mejor trato en la prisión para algunos cabecillas de la organización criminal.
Tras aquella ruptura, Bukele pasó a implementar estrategias más agresivas en las que un agente policial o del ejército pueden detener a cualquier persona sin tener una orden judicial, escenario que violenta los derechos humanos y constitucionales.
Según Enrique Castro Vargas, coordinador del proyecto del Taller de Asuntos Públicos, Perú y El Salvador tienen un contexto distinto: en el primero el crimen está deslocalizado. “Acá (en Perú) no tienes que perseguir personas, tienes que perseguir mercados criminales. Las personas son peones”, precisó. Mientras que en el país centroamericano ocurre un solo fenómeno que produce la inseguridad y violencia.