Han pasado casi 200 años desde el accidente que le cambió la vida a Phineas Gage y, hasta hoy, su famoso caso sigue sorprendiendo a la comunidad médica y al público en general. Y es que este hombre, de entonces 25 años, no imaginó como una jornada normal de trabajo terminaría con él viviendo con un hueco en su cráneo por 12 años, el cual se llevó por completo su personalidad.
El 13 de septiembre de 1848, Phineas Gage acudió a su trabajo como capataz en la línea de Ferrocarril Rutland & Burlington, en Vermont, Estados Unidos. En ese día, se estaba encargando de volar rocas con explosivos para así cimentar el paso de las vías del tren, por lo que aplicaba pólvora y arena en los huecos que hacía en la piedra. Para juntar bien su mezcla, usaba una vara de metal con la que ejercía presión.
Sin embargo, la tragedia ocurrió cuando, al voltear a conversar con un compañero, olvidó que estaba ejerciendo demasiada presión; en consecuencia, sin planearlo, originó una chispa que detonó los explosivos que había colocado. De esta manera, el estallido lo lanzó en el aire y junto con él la barra de metal de un metro de alto y tres centímetros de diámetro que se incrustó en su pómulo y terminó saliendo por su cráneo.
Una réplica de Phineas Gage en el momento en que un pincho le atravesó la cabeza. Foto: Museo Saint Albans
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Luego de pasar unos minutos con convulsiones y quedar inconsciente, Phineas pudo incorporarse por sí mismo y caminar un poco. Así, fue trasladado en una carreta para ser atendido de emergencia por el doctor John Martyn Harlow. De acuerdo con la carta enviada por el especialista al editor del Boston Medical and Surgical Journal, la barra atravesó la mejilla izquierda del paciente, pasando por detrás del ojo y saliendo por la parte superior de la cabeza.
Harlow logró detener la hemorragia, eliminando los restos de hueso que quedaron, y desinfectó la herida. En este caso, recibió el apoyo del médico Edward H. William, con quien trataron de cubrir las lesiones. Al comienzo, no le daban muchas esperanzas de vida, ya que pasó unos 12 días después en semicoma; sin embargo, para la sorpresa de muchos, dos semanas después estaba de nuevo caminando.
Distintas recreaciones del accidente que sufrió Phineas Gage Foto: Psicología y Mente
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Tres meses después, Phineas Gage parecía recuperado. Aunque el accidente le dejó el ojo izquierdo dañado y con cicatrices en la cabeza y la cara, los verdaderos problemas empezarían a aparecer poco a poco, cambiando totalmente al hombre que algún día fue. Conforme con familiares y amigos, Gage pasó de ser una persona gentil, inteligente y capaz a ser desobediente, caprichoso, irreverente, grosero y violento.
Estos cambios generaron que perdiera su trabajo y fuese abandonado por su esposa. Ante esta situación, tuvo que trabajar en el museo Barnum, en el que se exhibía junto con la barra de metal que alguna vez lo atravesó. Con el paso de los años, se mudó a Chile, donde se ganaba la vida como conductor de carruajes de caballos, hasta que regresó a los Estados Unidos enfermo. Su vida se acabó el 21 de mayo de 1860, a los 36 años.
El cráneo de Phineas Gage entregado por su familia y que ahora es objeto de estudios. Foto: The Paw Print
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Tras la muerte Gage, su médico John Martyn Harlow pidió que se exhumara su cuerpo para que este sea objeto de estudio con el cual se pudiera buscar cuáles habían sido los daños que realmente modificaron su vida por completo. Así, la indagación llevada a cabo por el hombre dio paso a una serie de investigaciones en el campo de la neurología, los cuales se convirtieron en una de las primeras oportunidades en que se pudo demostrar la importancia de los lóbulos frontales en el comportamiento del ser humano.
Cráneo de de Phineas Gage en el Warren Anatomical Museum en Boston. Foto: McGill
En este sentido, exámenes realizados al cráneo mostraron que la varilla, al atravesar el lóbulo frontal izquierdo del cerebro de Gage, originó la pérdida de una pequeña cantidad de su corteza cerebral que causó cambios en su personalidad. Por otro lado, el sujeto no murió porque el hoyo que dejó el objeto permitió drenar el líquido que normalmente se acumula después de una lesión en el cerebro grave.