La monja Mary Elizabeth y el fraile Robert son los protagonistas de una interesante historia de amor en Inglaterra, Reino Unido. Para ella todo era inexplicable e increíble. Solo habían pasado 24 años desde que se convirtió en monja cuando el religioso, proveniente del convento Carmelita de Oxford, visitó el salón del ubicado en Preston, en Lancashire, para cambiarlo todo.
En ese lugar, se cruzaron y rozaron por primera vez. Ambos sintieron algo: “Una química allí, algo, y estaba un poco avergonzada. Y pensé, Dios, él también sintió eso. Y cuando lo dejé salir por la puerta, fue bastante incómodo”, confesó la monja.
Pero, realmente, ¿cómo fue toda la historia de Mary y Robert?
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En el convento en Preston, la priora había llevado al fraile Robert para conocer el espacio e invitarlo a comer; sin embargo, una llamada hizo que se retirara y lo dejara solo con la monja Mary. “Fue nuestra primera vez en una habitación juntos. Nos sentamos en una mesa mientras él comía. La priora no volvió, así que tuve que conducirlo a la salida”, contó ella. Fue al momento de retirarse que ambos sintieron una “especie de sacudida” cuando le rozó su manga.
Una semana después, Mary recibió un mensaje que la dejó muy sorprendida. Se trataba de una propuesta de matrimonio que ella no sabía qué responder. “Llevaba un velo, por lo que nunca vio el color de mi cabello. Realmente no sabía nada sobre mí, nada sobre mi educación. Ni siquiera sabía cuál era mi nombre no religioso”, relató.
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Mary en el convento en Preston, en Lancashire. Foto: BBC News Mundo
Mary Elizabeth nació como Lisa Tinkler, en Middlesbrough, en el noreste de Inglaterra. Fue la peregrinación de su tía al Santuario de Nuestra Señora de Lourdes que animó a Lisa a seguir sus pasos y, a los 6 años, le pidió a su padre que le construyera un altar en su habitación. Asistía constantemente a la iglesia y, luego de un retiro de fin de semana en un monasterio, se convenció de su vocación.
Al inicio, fue su madre quien estaba preocupada, incluso se demoraba en la entrega de documentos al convento para que Lisa pase una Navidad con la familia.
Fue luego de Año Nuevo que su vida cambió. “Desde entonces viví como una ermitaña. Teníamos dos recesos al día, como de media hora, en los que podíamos hablar. Por lo demás, estabas sola en tu celda. Nunca trabajabas con nadie, siempre sola”, recordó.
A su madre, solo la veía cuatro veces al año por una reja. Y en sus cumpleaños, recibía su torta y sus tarjetas en un cajón. Era como su “mundo interior”, como lo describe ella. Su vida era una rutina, la cual acabó cuando apareció Robert.
Volviendo a la propuesta de matrimonio de Robert, Mary no sabía qué hacer. “No sabía lo que se sentía estar enamorada y pensé que las hermanas podían verlo en mi rostro. Así que me puse bastante nerviosa. Podía sentir el cambio en mí y eso me asustó”, expresó.
Tras ese extraño sentimiento para ella, decidió conversar con su priora. “No podía entender cómo había sucedido algo así, porque estábamos allí las 24 horas del día, los siete días de la semana, bajo su vigilancia todo el tiempo. La priora me preguntó cómo pude enamorarme con tan poco contacto”, narró.
Mary estaba más nerviosa y hasta pensaba que su decisión podía cambiar su relación con Dios.
La reacción de la priora fue brusca, por lo que la monja decidió actuar: “Metí mis pantalones y un cepillo de dientes en una bolsa, salí, y nunca volví como la hermana Mary Elizabeth”, detalló.
Al continuar sin respuesta, Robert le envió nuevamente un mensaje para decirle que planeaba visitar Preston esa noche, pero para pedir un consejo en un pub cercano. Mary sabía que se trataba del Black Bull, así que se dirigió para allá.
Lisa, de ahora en adelante, caminaba por la carretera de Garstang con muchas ideas en la mente que la perturbaban. “Realmente estaba luchando, pensé que debía evitar que esto sucediera y que Robert pudiera seguir con su vida. Pero también me preguntaba si realmente sentía lo que había dicho sobre casarse”, confesó.
Cuando llegó a su destino, totalmente empapada por la lluvia, vio al fraile, quien contó que sintió que su “corazón se detuvo”, pero de miedo, porque sentía que no estaban preparados aún para eso.
Robert había sido fraile por 13 años, provenía de una familia constituida por un padre luterano y una madre católica. Fue una relación amorosa fallida que lo impulsó a toma la decisión de seguir la teología. “No sabía mucho sobre los Carmelitas y no había considerado ser monje. De hecho, siempre sospeché mucho de este tipo de expresión de fe”, manifestó.
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Ambos se casaron y ahora viven en el pueblo de Hutton Rudby en North Yorkshire. Foto: BBC News Mundo
La transición fue compleja, pero al final lo lograron. “Fue muy difícil porque él se sentía tanto solo como aislado y no sabía el camino a seguir. Pero nos tomamos de la mano y lo superamos”, señaló Lisa.
Actualmente, ella es capellana de un centro médico y Robert es vicario de la iglesia de Inglaterra. Ambos se casaron y ahora viven en el pueblo de Hutton Rudby, en North Yorkshire.
Pero han encontrado una solución que les funciona. “A menudo pienso que vivo en un monasterio aquí con Robert, como dos carmelitas, donde todo lo que hacemos se lo ofrecemos a Dios. Nos anclamos en la oración, pero el amor puede hacer un sacramento de todo lo que haces y me doy cuenta de que nada ha cambiado realmente para mí”, concluyó.