La tuberculosis vuelve a propagarse en todo el mundo debido a la COVID-19 y al confinamiento, el cual limitó las pruebas de detección y el acceso a los cuidados, advirtió este jueves la OMS, que estima que 1,6 millones de personas murieron de esa enfermedad el año pasado.
Según el informe anual de la Organización Mundial de la Salud, 10,6 millones de personas se enfermaron en 2021 de tuberculosis —causada por una bacteria que ataca principalmente a los pulmones—, un aumento de 4,5% en un año.
La tasa de incidencia de la enfermedad (nuevos casos por cada 100.000 habitantes por año) se incrementó en un 3,6% entre 2020 y 2021, tras haber disminuido cerca de un 2% por año durante gran parte de las dos últimas décadas.
A nivel regional, la tasa de incidencia aumentó entre 2020 y 2021 en todo el mundo, salvo en África, donde las perturbaciones de los servicios sanitarios por la pandemia de la COVID-19 tuvieron un débil impacto en el número de personas diagnosticadas.
A nivel mundial, la cifra anual aproximada de muertes causadas por la tuberculosis disminuyó entre 2005 y 2019, pero las estimaciones para 2020 y 2021 sugieren que esta tendencia se ha invertido.
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La OMS calcula que hubo 1,6 millones de muertes el año pasado, una vuelta al nivel del 2017. Esto representa un aumento de más de 14% con respecto al 2019, cuando esta enfermedad contagiosa mató a 1,4 millones de personas (1,5 millones en 2020).
La mayor parte del aumento de muertes calculado se registró el año pasado en cuatro países: India, Indonesia, Birmania y Filipinas.
La prevalencia de la tuberculosis resistente a los medicamentos también aumentó —un 3% entre 2020 y 2021— con 450.000 nuevos casos de tuberculosis resistente a la rifampicina en 2021.
Según la OMS, “es la primera vez en muchos años que se reporta un aumento del número de personas enfermas de tuberculosis y de tuberculosis resistente a los medicamentos”.
La pandemia de la COVID-19 ralentizó considerablemente el progreso en la lucha contra la enfermedad. La propagación de la misma pone en peligro la estrategia establecida por la OMS, que tiene como objetivo reducir un 90% las muertes por la enfermedad y un 80% la tasa de incidencia para 2030, con respecto a 2015.
No obstante, la organización no pierde la esperanza, aunque estima que la tuberculosis habrá continuado su progresión en 2022.
“Si la pandemia nos ha enseñado algo, es que, con la solidaridad, determinación, innovación y el uso equitativo de las herramientas, podemos superar graves amenazas sanitarias. Apliquemos estas lecciones a la tuberculosis”, revelo en el informe el director general de la OMS, el doctor Tedros Adhanom Ghebreyesus.
“Es el momento de acabar con esta enfermedad que lleva mucho tiempo matando. Trabajando juntos, podemos poner fin a la tuberculosis”, afirmó.
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La OMS destaca que es aún más urgente actuar en el contexto de la guerra en Ucrania, de los conflictos existentes en otras partes del mundo, de la crisis energética mundial y de los riesgos asociados a la seguridad alimentaria, porque estos elementos pueden “agravar aún más algunos de los factores determinantes de la tuberculosis, como los niveles de ingresos y la malnutrición”.
La tuberculosis era, en 2019, la decimotercera causa de mortalidad a nivel mundial, y la primera debida a una enfermedad infecciosa, superada en 2020 por la COVID-19, pero por delante del Sida, indica el informe.
La mayoría de las personas que desarrollaron este mal el año pasado se encontraban en el Sudeste Asiático (45%), en África (23%) y en la región del Pacífico occidental (18%). Ocho países representan más de dos tercios de los casos mundiales: India, Indonesia, China, Filipinas, Pakistán, Nigeria, Bangladés y la República Democrática del Congo.