Liz Truss se convirtió este jueves en el político que menos tiempo ha ocupado el puesto de primer ministro en la historia del Reino Unido, al anunciar su dimisión tras 45 días en Downing Street, acechada por la tormenta financiera que desató el agresivo recorte de impuestos con el que aspiraba a impulsar la economía.
El Partido Conservador británico ha convocado unas primarias urgentes para dejar cerrada su sucesión la próxima semana, un proceso en el que el exministro de Economía Rishi Sunak parte como favorito y que ha disparado los rumores sobre un eventual regreso a la primera línea de Boris Johnson.
Truss llegó al poder el 6 de setiembre rodeada de la aureola de nueva “Dama de hierro”, dispuesta a emular a Margaret Thatcher, alejarse de la ortodoxia financiera y dar un golpe sobre la mesa para estimular la economía británica posbrexit, estancada respecto al resto de países industrializados tras la pandemia.
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Su plan fiscal, sin embargo, desplomó el valor de la libra esterlina, disparó el coste de la deuda para el Reino Unido y forzó al Banco de Inglaterra a intervenir con una compra de bonos de emergencia para evitar la quiebra de varios fondos de pensiones.
Truss despidió a su ministro de Economía, Kwasi Kwarteng, cedió gran parte de su poder a uno de sus críticos, Jeremy Hunt, y revirtió la práctica totalidad de sus medidas fiscales, pero todo eso no fue suficiente para calmar a un Partido Conservador aterrado con perder las siguientes elecciones, previstas en menos de dos años.
Conspiración. Liz Truss se enfrentaba a la rebelión entre sus filas y desde el miércoles, más de una decena de diputados conservadores habían pedido su renuncia.
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