China declaró este viernes que seguirá adelante con su estrategia “cero COVID” pese a la creciente frustración de los habitantes de Shanghái, confinados desde inicios de abril y que protestan contra la política sanitaria del gobierno con cacerolazos desde sus ventanas.
El gigante asiático enfrenta, actualmente, su peor brote epidémico desde la primavera de 2020. En las últimas 24 horas, el Ministerio de Sanidad registró más de 15.500 nuevos casos de COVID-19.
En Shanghái —una metrópolis de 25 millones de habitantes situada en el este del país—, las autoridades registraron, el 29 de abril, 52 nuevas víctimas mortales, que no estaban vacunadas.
La estrategia “cero COVID” estipula el confinamiento de barrios o ciudades tras la aparición de casos de COVID-19, una cuarentena para las personas positivas, incluso si son asintomáticas, y pruebas masivas.
“Es un arma eficaz para prevenir y controlar la epidemia” en China, donde viven 1.400 millones de personas, declaró el viernes a la prensa Li Bin, viceministro de Salud.
“Nuestro país es muy poblado, con desequilibrios regionales en términos de desarrollo y una falta de recursos médicos. Si relajamos [las medidas] y dejamos que el virus se propague, muchas personas se infectarán”, añadió.
La estrategia “cero COVID” permitió limitar el número de muertos por el coronavirus, que es oficialmente de menos de 5.000.
Pero los largos confinamientos pesan sobre la economía y sobre el estado de ánimo de la población.
En Shanghái, la ciudad más afectada, los habitantes se quejan de no tener suficientes verduras frescas ni carne.
El jueves en la noche, videos difundidos en las redes sociales, que fueron rápidamente censurados, mostraron a residentes protestando con cacerolas desde las ventanas y exigiendo “provisiones”.
Una habitante de Shanghái dijo a la AFP, bajo condición de anonimato por temor a posibles represalias, que había visto este tipo de imágenes en internet. Tras escuchar el estruendo afuera, se unió a los cacerolazos. “Vi muchos videos como este, enviados por personas que viven en diferentes barrios”, aseguró.
La censura de estas imágenes alimenta el descontento de la población.
Pero el confinamiento constituye también un enorme desafío logístico, el de abastecer a 25 millones de personas a pesar de la falta de personal de reparto.
Otro problema que menciona Liang Wannian, jefe del equipo de expertos contra la COVID-19 del Ministerio de Salud, es la insuficiente tasa de vacunación de las personas mayores en China.
Esta política también penalizará el sector turístico durante las vacaciones del 1 de mayo, que inician este sábado y duran cinco días. El Ministerio de Transportes prevé una caída del 62% de los viajes comparado con 2021.
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Para el presidente de la cámara de comercio de la Unión Europea en China, Joerg Wuttke, los gobernantes solo se guían por la política del “cero COVID” y “no se preocupan por la economía a corto plazo”.
Según Wuttke, esta política sanitaria continuará hasta el 20º Congreso del Partido Comunista Chino a finales de 2022, cuando se espera que el presidente Xi Jinping obtenga un tercer mandato al frente del régimen.
“No puede cambiar el discurso (hacia la COVID-19) tan cerca del objetivo”, opina.