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Joven tildada de “perezosa” por fatiga crónica tenía condición mortal secreta en Reino Unido

Los médicos tardaron en descubrir que se trataba de una rara enfermedad que le daba solo el 20% de posibilidades de vivir.

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El intenso cansancio de Charlotte Carney terminó siendo algo más preocupante. Foto: Charlotte Carney 357/Facebook

Charlotte Carney, de Northwich, Cheshire, en el Reino Unido, tenía una fuerte fatiga, lo cual hizo creer a los médicos que solo se trataba de un cuadro de pereza o cansancio. Sin embargo, luego descubrieron que era una afección cardíaca “increíblemente rara” lo que la dejaba con un 20% de posibilidades de supervivencia a largo plazo.

Asumieron que su somnolencia y confusión mental eran el típico comportamiento adolescente “perezoso”, informó The Sun. Pero, después de años de dificultades para mantenerse al día con sus compañeros, los médicos de Carney finalmente encontraron la causa: la miocardiopatía restrictiva.

La condición significa que el músculo cardíaco se ha endurecido hasta el punto de que la sangre no puede llenar sus cámaras y circular correctamente por todo el cuerpo. A medida que el músculo se endurece con el tiempo, aparece la insuficiencia cardíaca.

“En ese momento, algunos días estaría bien, otros no. Entonces, en los días buenos, me olvidaba de eso”, dijo. charlotte.carney.357/Facebook

En los primeros días de su enfermedad, Carney pensó que era el estrés o las hormonas lo que la deprimía. No fue hasta 2015, cuando se mudó a Liverpool para estudiar Psicología forense y Justicia penal en la Universidad John Moores, que se dio cuenta de que sus siestas regulares eran anormales.

La estudiante difícilmente podía caminar de una clase a otra sin luchar, según The Sun.

“Mi corazón latía súper rápido, y estaba exhausta y sin aliento después de una caminata de cinco minutos”, dijo Carney. A pesar de sus intentos de mantenerse activa con el ballet y el ejercicio regular, “ni siquiera podía subir una colina” sin dificultad para respirar y dolor en el pecho.

“En ese momento, algunos días estaría bien, otros no. Entonces, en los días buenos, me olvidaba de eso”, agregó. Mientras tanto, su médico de cabecera descartó sus síntomas como “estrés”.

Fue su madre la que la convenció para que tuviera un examen más detallado, por lo que buscó atención con el grupo de caridad Riesgo cardíaco en los jóvenes, que la remitió a un cardiólogo. “Ellos eran realmente vagos y relajados”, señaló de la evaluación médica.

Los médicos de Carney finalmente encontraron la causa: miocardiopatía restrictiva.

Para octubre de 2016, se había sometido a tomografías computarizadas, rayos X, resonancias magnéticas, más de 100 análisis de sangre y un ecocardiograma, lo cual culminó con un diagnóstico de miocardiopatía restrictiva.

Carney describió cómo finalmente saber lo que tiene ha cambiado su vida, para bien o para mal. “En ese momento, estaba en mi propio pequeño mundo, solo estaba concentrada en mis exámenes. Solo traté de seguir adelante de una manera lógica y fingir que en realidad no estaba sucediendo”, expresó.

“La primera vez que realmente me di cuenta de que estaba mal fue cuando el médico me llamó mientras estaba en la universidad y me dijo que tenía un coágulo y que necesitaba comprar anticoagulantes”, recordó Carney.

Su condición había dificultado hacer amigos en un nuevo entorno, admitió Carney. Pero, poco después de recibir su diagnóstico, decidió regresar a Cheshire. El hecho de que no haya cura para la miocardiopatía restrictiva “fue un poco difícil de navegar a los 20 años”.

En agosto de 2017, Carney comenzó a ver médicos en el Hospital Wythenshawe, uno de los cinco hospitales de trasplante de corazón en el Reino Unido, quienes dijeron que necesitaría un nuevo órgano para salvar su vida.

Carney fue emparejada con un donante y se sometió a un trasplante de corazón el 28 de febrero de 2018, y despertó siete días después de un coma inducido médicamente.

Ella regresó a la universidad en septiembre de 2018 para terminar su carrera.

“Podía respirar de nuevo”, manifestó Carney. A los meses de su operación, su niebla mental también se había disipado y todavía estaba cansada, pero era de un tipo diferente: “Sabía que estaba exhausta por lo que sucedió, no solo por existir”.