Los reveses electorales de la región no terminaron con la derrota del oficialismo en las congresales de Argentina ni con la victoria de Gabriel Boric en Chile. Este año, nuevos procesos democráticos pondrán a los países del continente y otras importantes naciones del mundo en el centro de la polarización y determinarán el giro político de sus pueblos. Todo esto en medio de una pandemia que avanza su contagio y no se extingue.
Abre el 2022, exactamente el 30 de enero, con las elecciones en Portugal, unos comicios adelantados con un resultado incierto, en los que podrían repetir victoria los socialistas de Antonio Costa, pero sin mayoría, lo que generaría una situación de inestabilidad similar a la que llevó a la convocatoria de esta consulta.
El 6 de febrero, con las elecciones en Costa Rica, millones de ciudadanos deberán elegir en las urnas a su nuevo presidente, dos vicepresidentes y los 57 diputados de la Asamblea Legislativa.
Sin embargo, los ojos de esta parte de la región están enfocados en aquel que logre la victoria en Colombia, donde la izquierda ya prepara terreno de la mano del senador Gustavo Petro.
Hernán Olano, constitucionalista colombiano y rector de Unicoc, dijo para La República que “desde hace 20 años, con la primera elección de Álvaro Uribe, el panorama colombiano ha buscado finalmente una opción más de centro y de derecha que de izquierda. Por esa razón, el proceso de polarización electoral de América Latina, aunque hace parte de la campaña internacional del Foro de Sao Paulo, que tiene avances en este país hasta la primera vuelta presidencial, ha girado 180 grados para la segunda vuelta”. Aun así, el senador se muestra optimista con una posible victoria presidencial.
Pese a que todas las encuestas hasta ahora anuncian una posible victoria del exmandatario Luiz Inácio Lula Da Silva sobre un Jair Bolsonaro que llega rezagado a su campaña de reelección, una tercera opción se abre paso en el proceso democrático de Brasil, que es el exjuez Sergio Moro.
Centro. Sergio Moro se impulsa como alternativa política. Foto: AFP
Para Carlos Alberto Di Franco, periodista brasileño especializado, se trata de un proceso electoral que va a estar muy polarizado, pero del cual no se puede hacer ninguna predicción hasta el momento, pues la figura política puede cambiar de una manera inexplicable. Además, el nombre de Moro resuena a nivel nacional como una opción de centro, explica.
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En abril del 2022, Francia celebra elecciones presidenciales con un panorama incierto, tal como también lo será el proceso para definir a los representantes de la Asamblea Nacional. El actual mandatario Emmanuel Macron, cuya popularidad es baja, intenta repetir el plato enfrentándose a una ultraderecha e izquierda divididas.
En el otro lado del mundo, la atención se centra en Filipinas, que enfrenta un difícil proceso electoral con unos no menos pintorescos candidatos: Sara Duterte-Carpio (hija del actual presidente, el polémico Rodrigo Duterte, a quien algunas organizaciones acusan de haber cometido multitud de abusos políticos); y Ferdinand “Bongbong” Marcos, primogénito del dictador Ferdinand Marcos. Un tercer contendiente a la presidencia es la leyenda del boxeo Manny Pacquiao, antiguo aliado y actual rival político de Duterte. El resultado se conocerá en mayo.
En noviembre, las elecciones de medio mandato en Estados Unidos serán la oportunidad para medir la popularidad de la presidencia de Joe Biden.
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Enfoque por Ramiro Escobar, internacionalista
En el mundo hay una atmósfera de polarización. Entramos en un momento en el cual, en cuanto a opciones políticas, en varios países el centro casi no existe o tiene poca fuerza. Han ganado fuerza las opciones radicales llamadas ‘ultras’, desde las más conservadoras hasta las más antisistemas.
Hay una resistencia al inevitable al raudo cambio en materia social, económica, ambiental, cultural, digital. La pandemia, además, aumentó la natural incertidumbre de la vida humana hasta niveles desconocidos. En un momento así, hay una tendencia a aferrarse a verdades que aparentan ser sólidas y protectoras. Pero es un esfuerzo inútil, porque no se puede desactivar el reloj de la historia.