Los restos del pueblo de Guiri Qasrouka, en el Kurdistán iraquí, que quedó sumergido bajo las aguas de una represa hace 36 años, han reaparecido repentinamente por el descenso del nivel del agua, provocado por la sequía.
La represa, situada a dos kilómetros al norte de la ciudad de Dohuk, se construyó a partir de 1985 y obligó a los habitantes de Guiri Qasruka a abandonar el pueblo. Desde entonces, estaba bajo el agua, que se utiliza para regar las tierras agrícolas de la región.
Pero “debido a la sequía” el nivel del agua bajó siete metros en septiembre, liberando los restos del pueblo, explica Farhad Taher, responsable de la represa.
“Toda el agua de la represa procede de la lluvia, que ha sido muy escasa este año”, dijo. “Tres veces en el pasado, en 1992, 1999 y 2009, los restos de Guiri Qasruka reaparecieron cuando el nivel del agua bajó bruscamente.
“Este fenómeno está ciertamente relacionado con el cambio climático”, añadió Taher. Irak es uno de los países más vulnerables al cambio climático. Y el norte del país —desde la región autónoma del Kurdistán hasta la llanura de Nínive— sufre una sequía que golpea duramente a los habitantes y al sector agrícola.
Ahora los restos de Guiri Qasruka pueden visitarse en tierra firme, incluida una casa cuyos muros de piedra siguen en pie.
Antes de quedar sumergido, el pueblo había sido el hogar de unas 50 familias kurdas de la tribu Doski desde la década de 1970.