Varias regiones de la India reabrieron este lunes las aulas tras 19 meses de inactividad por la pandemia en un país con un limitado acceso a internet, una situación que obligó a muchos niños y niñas de bajos recursos a abandonar sus estudios para trabajar o contraer matrimonio.
Las calles de Nueva Delhi volvieron a llenarse a primera hora de esta mañana de jóvenes estudiantes cargando pesadas mochilas y bates de críquet en dirección a la escuela después de que a mediados de marzo del año pasado la llegada de la COVID-19 obligase a paralizar la vida en el país.
Las puertas volvieron a abrirse también en las escuelas de educación primaria de los estados sureños de Tamil Nadu y Kerala, donde la gran mayoría de niños y niñas celebraron al ritmo de canciones su vuelta por la bajada de las infecciones.
Uno de los efectos más visibles del cierre físico de las aulas fue la paralización del programa Comida del Mediodía, implementado por el Gobierno indio, el cual garantiza que cerca de 120 millones de niños en más de un millón de escuelas de todo el país reciban por lo menos un almuerzo al día, algo que impulsa la escolarización.
PUEDES VER: Musk se convierte en la primera persona del mundo con una fortuna de US$ 300 000 millones
Además de esa pérdida, la pandemia redujo también los ingresos en unos hogares que apenas disponían de un teléfono para que sus hijos pudieran seguir con sus estudios, llevando a algunos padres a decidir casar a sus hijas o poner a trabajar a sus hijos.
Es el caso de Sorina, una joven de 17 años del estado occidental de Odisha, que durante la pandemia tuvo que abandonar sus estudios porque no disponía de un dispositivo electrónico para conectarse en línea y sus padres decidieron que su mejor destino era casarse.
Pese a que no disponía de la edad legal para contraer matrimonio, su familia encontró a un hombre 11 años mayor dispuesto a casarse.
Además, los padres de Sorina quisieron aprovechar las restricciones de la pandemia para celebrar una boda a bajo coste, ya que una de las limitaciones para controlar los contagios fue limitar el número de invitados a un máximo de 50, un respiro para esta familia con unos ingresos de 3.000 rupias mensuales (40 dólares).
La jefa de protección infantil en la India de Unicef, Soledad Herrero, explicó a Efe que “la precariedad de muchas familias” empuja a que tengan que tomar “decisiones inconcebibles” para generar recursos económicos, “y esto se traduce, en el caso de los niños, en trabajar; y en el de las niñas, en buscar oportunidades de matrimonio lo antes posible”.
Pese a que el principal motor de esta decisión es el económico, Herrero agregó que existe un “componente sociocultural muy arraigado” con el matrimonio infantil en la India.
Por eso, “cuando las familias están presionadas a tomar la decisión de quién continúa estudiando y quién no, las probabilidades de que las niñas sean relegadas son mucho más elevadas”, apuntó.
PUEDES VER: Matrimonio infantil forzado: niña afgana es vendida a pedófilo 46 años mayor para que su familia pueda comer
Por suerte, Sorina pudo detener su enlace matrimonial después de que su mejor amiga la animara a reportar el caso a las autoridades del menor de su localidad, quienes, a su vez, persuadieron a sus padres de esta idea que podía suponer una multa de 200.000 rupias (poco más de 2.600 dólares) y la cárcel.