Por Jesús Centeno
La “nueva Guerra Fría” entre China y EEUU se extiende ya a campos como el armamentístico o el de la inteligencia, y los analistas pronostican un escenario en el que el diálogo deberá ejercer de contrapeso ante la creciente rivalidad geoestratégica entre ambas superpotencias.
En las últimas semanas, han aumentado las tensiones bilaterales por el acuerdo de defensa Aukus entre Washington, Canberra y Londres; las tensiones en Taiwán y el mar de la China Meridional, o las acusaciones de que Pekín ha probado misiles hipersónicos.
El giro estadounidense hacia el Indo-Pacífico, escenificado mediante el Aukus y la primera cumbre del grupo Quad (EEUU, Australia, la India y Japón) para consolidarlo como un pilar democrático frente a una China cada vez más asertiva es algo que exaspera enormemente a Pekín. “La comunidad internacional no quiere saber nada ni de divisiones ni de guerras frías, pero Estados Unidos no deja de buscarlas con estas camarillas. Anteponen sus intereses geopolíticos a la estabilidad global”, criticó recientemente la Cancillería china al referirse al pacto Aukus, que prevé dotar a Australia de submarinos de propulsión nuclear.
“La situación actual es de ‘pseudo Guerra Fría’, pero no es como la anterior por la interdependencia económica. De ahí que ambas partes aún quieran mantener el contacto”, comenta el politólogo Joseph Cheng, catedrático de la Universidad de Hong Kong.
Por otra parte, las recientes maniobras militares chinas en Taiwán, isla que Pekín reclama y en la que Washington tiene destinado un contingente militar desde hace al menos un año, formarían parte de la estrategia del presidente chino, Xi Jinping, para reforzar su poder. Desde Taipéi, algunos altos funcionarios pronostican que la política exterior china podría ser “aún más agresiva” tras el Congreso del Partido Comunista (PCCh) del año que viene.
Recontraespionaje. En los últimos años, Washington ha acusado a Pekín de “espionaje masivo” -lo que llevó al cierre del consulado chino en Houston y represalias similares por parte de Pekín-, lo que ha llevado a la inteligencia estadounidense a contraatacar.