El gobernante peruano Martín Vizcarra anunció este jueves, 20 de agosto, que el país se mantiene en contacto con laboratorios cuya vacuna contra el coronavirus se halle en fase 3, la prueba a gran escala para comprobar la eficacia del medicamento. Uno de ellos es Sinopharm, de China, donde participarán 6.000 voluntarios peruanos.
Desde luego, es un anuncio prometedor. Liu Jingzhen, presidente la empresa estatal China National Biotec Group, parte de la farmacéutica Sinopharm, fue uno de los inoculados. “Tomé dos inyecciones de nuestra nueva vacuna y no hubo reacción adversa”, afirmó al medio estatal Guangming Daily.
Es una vacuna inactivada que estará lista “probablemente en diciembre”. ¿Cómo funciona? En palabras de Liu, “primero aísla la cepa del virus como si se eligiera una semilla” y hace que pierda “su infectividad y capacidad de replicación; al mismo tiempo ayuda al cuerpo a producir una respuesta inmune”.
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El desarrollo de este tipo de vacunas es rápido, pero con una “inversión enorme”. Sinopharm ha destinado unos $ 30.000 millones para construir dos talleres de producción P3. En junio, de igual forma, inauguró un complejo farmacéutico en la ciudad de Wuhan para la investigación, desarrollo y producción de la vacuna con el objetivo de doblar su capacidad productiva.
“No tendrá un precio demasiado alto”, indicó Jingzhen. Costaría menos de 1.000 yuanes (145 dólares) por dos dosis, aunque no está claro si es el costo de bolsillo o el precio de lista. Tampoco se ha mencionado si Beijing ayudará a cubrir algunos de los costos de una vacuna contra la pandemia desarrollada por una empresa estatal.
El medicamento elaborado por Sinopharm brinda “aproximadamente” un 97% de protección. “La producción de anticuerpos es lenta y crece como una curva. En circunstancias normales puede alcanzar el nivel de resistencia al nuevo coronavirus en aproximadamente medio mes. Si se administran dos vacunas, la tasa de protección puede llegar al 100%”, especificó el alto funcionario.
El intervalo entre el primer y segundo suministro es generalmente de 28 días, pero en circunstancias especiales, se puede administrar al mismo tiempo: un disparo en el brazo izquierdo y otro en el derecho. La dosis es de 4 microgramos.
“No toda la población de China tendrá que vacunarse. Es necesario para los estudiantes y los trabajadores de oficina que viven en ciudades densamente pobladas, (pero no para) las personas que viven en zonas rurales escasamente pobladas”, comentó.
En China, se proporcionan vacunas gratuitas, pero son principalmente inmunizaciones infantiles de rutina, como la poliomielitis, la MMR, la DTaP y la meningitis, entre otras. Las personas deben pagar por las demás porque no están incluidas en el plan de seguro nacional. A $145 por un régimen de dos dosis, el producto de Sinopharm serían incluso más costosos que las inyecciones que se ofrecen a granel en Estados Unidos, donde los medicamentos son generalmente más caros.
Según un estudio publicado esta semana en The Journal of the American Medical Association en base a los ensayos clínicos de las fases 1 y 2, “la vacuna candidata de Sinopharm es segura y genera una respuesta inmune”, recoge la agencia estatal de noticias Xinhua. La investigación incluye datos sobre 320 voluntarios de entre 18 y 59 años, de los cuales 96 participaron en ensayos clínicos de la fase 1 y 224 tomaron parte en la fase 2.
La vacuna indujo eficazmente anticuerpos neutralizantes en los voluntarios y demostró una buena inmunogenicidad, es decir la capacidad de una sustancia para desencadenar una respuesta inmune.
Hasta el momento, China cuenta con cinco posibles vacunas que han alcanzado al menos la segunda fase de pruebas, de las cuales una se basa en un vector viral —un adenovirus, en este caso— para transportar partes del coronavirus y las otras cuatro, en una versión inactivada del agente infeccioso causante de la pandemia de la COVID-19.
Habitualmente, el período para que una vacuna pueda estar disponible para su uso a nivel masivo es de, al menos, entre 12 y 18 meses, según la Organización Mundial de la Salud (OMS), aunque Pekín ha acelerado los procesos debido a la emergencia sanitaria y ha permitido que se lleven a cabo al mismo tiempo algunos estudios en diferentes fases.
“China no tiene como objetivo aumentar su influencia, pero la usa para ayudar al mundo a deshacerse de la pandemia mortal”, dijo Tao Lina, experto en vacunas e inmunología, en la ceremonia donde se anunciaba la alianza entre Perú y el gigante asiático para ejecutar la tercera fase de Sinopharm.
Liu Jingzhen, por su parte, mencionó que estos ensayos serán “altamente efectivos para promover la investigación” y construir “una comunidad global de salud”. Y el embajador de Perú en China, Luis Quesada, comentó que “las partes pueden contribuir a la seguridad de todos”.
Con información de EFE.