Emiratos Árabes Unidos tuvo en mente exclusivamente sus propios intereses para firmar el histórico acuerdo alcanzado con Israel para normalizar las relaciones diplomáticas entre los dos Estados, y no lo consultó con Arabia Saudita.
El acuerdo de normalización de las relaciones entre los dos países es el primero de este tipo con un país del Golfo. Aunque prevé la suspensión del proyecto de anexión de los territorios en Cisjordania ocupados por Israel, ha sido rechazado por los palestinos que lo han tildado de “traición”.
Una acusación que refuta Omar Saif Ghobash, ministro adjunto emiratí de Relaciones Exteriores encargado de la cultura y la diplomacia. Según él, el acuerdo constituye un avance considerable dada la ausencia de alternativa sostenible.
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"Hemos demostrado que somos capaces de sacudir una situación estancada y agotada", dijo el funcionario.
Anunciado el jueves por el presidente estadounidense Donald Trump, el acuerdo es el tercero que Israel firma con un país árabe, después de Egipto y Jordania, y abre la puerta a relaciones futuras con otros países del Golfo.
Aliada desde hace tiempo de Emiratos, Arabia Saudita no ha reaccionado a este acuerdo que hace sombra a la estrategia saudita destinada a forzar a Israel a retirarse de los territorios palestinos ocupados antes de establecer relaciones diplomáticas.
“No hemos consultado ni informado a nadie”, dice Ghobash, consciente de que el acuerdo, alcanzado bajo la égida de Estados Unidos, “no va a ser aplaudido ni comentado por todo el mundo”.
"Hemos tomado esta decisión teniendo en mente nuestros propios intereses", explicó.
Emiratos, un país rico en petróleo y con grandes ambiciones tecnológicas y espaciales, va a poder realizar intercambios comerciales con Israel, y este tendrá acceso a las ciudades de Dubái y Abu Dabi, que atraen talento e inversiones.