El cuerpo de Ramiro, víctima mortal del coronavirus fue conducido a un crematorio envuelto en una bolsa azul, donde será ingresado a un horno. En tres horas quedará reducido a cenizas, luego se le dará el último adiós en el cementerio de Iztapalapa, en México, según AFP.
Tras desinfectar la funda, los trabajadores con indumentaria blanca trasladan el cuerpo en una camilla metálica que guardan debajo de un cuadro de la Virgen de Guadalupe. Antes de llegar al gigantesco horno, pasan por una pila de ataúdes vacíos con etiquetas que detallan la causa de la muerte de quienes lo ocuparon antes. “Infarto al miocardio”, se lee en muchos.
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Tres obreros pasan el cuerpo de Ramiro a una tabla y empujan el cadáver hacia el fondo del horno. La puerta se cierra y otro hombre gradúa la temperatura. “¿Es COVID-19?”, es la pregunta que se realizan todos los días antes del estricto protocolo sanitario.
Los trabajadores observan la cremación de una víctima de COVID-19. Foto: AFP/Pedro Pardo
Un día antes de la cremación, Óscar Palacios, coordinador del crematorio del panteón público San Nicolás Tolentino, verifica que los muertos por coronavirus o neumonía atípica, entren en una bolsa séptica directo al horno.
“Les pedimos el número de folio del certificado [de defunción] para garantizar que ese cuerpo que está agendado es el que va a llegar”, sostuvo Palacios a la AFP en una capilla contigua al crematorio.
Un empleado recoge las cenizas de una víctima de COVID-19, después de sacarlas de un horno y colocarlas en una urna. Foto: AFP/Pedro Pardo
Cuando los cadáveres no están embalados y son posibles infectados de COVID-19, son devueltos a la funeraria. “Cuando el protocolo no se sigue, somos estrictos, regresamos el cuerpo”, comenta Arturo Morales, coordinador de panteones en Iztapalapa, el municipio del país con más de 6 000 contagios y 802 muertes.
Durante la crisis por el coronavirus, los trabajadores han tenido maratónicas jornadas de incineración de cuerpos hasta la madrugada. Con 127 millones de habitantes, México contabiliza 17.141 fallecimientos y 146.837 infectados.
Las cenizas de Ramiro es ingresado en un cofre de madera que atornillan y desinfectan. Gonzalo, su hijo, un veinteañero con mascarilla se acerca a firmar unos documentos y recoger la urna adornada con un Cristo dorado. “Eso sería todo, que Dios te bendiga y cuídate mucho, ya ves cómo está la situación”, le dice un empleado del crematorio.
Un joven recibe las cenizas de su padre, víctima de COVID-19, en el crematorio de Iztapalapa, México. Foto: AFP/Pedro Pardo