Ella misma padeció la enfermedad. Tras dirigir un conteo en los cementerios de Guayaquil, evidenció que la cifra de muertos por COVID-19 rozaba los 10.000, no 2.000 como señala la data pública. Por eso desconfía. Con el modelo que implementó en la ciudad, en menos de un mes el número de decesos pasó de 460 diarios a ninguno.
¿En qué etapa de la crisis encaró al Gobierno?
El 6 de abril, con 460 muertes y un desastre mundial. Dijimos: no sirven, lo hacemos nosotros. Unos 500 médicos salieron a buscar casa a casa a los enfermos, les hicieron muestras y llevaron medicina. Pusimos 25 ambulancias, levantamos 50 puntos de salud y cinco carpas en fronteras con otros cantones. Hasta el momento, 74.900 pacientes han sido atendidos allí. Asimismo construimos dos hospitales que tienen 300 camas con oxígeno, y 35 clínicas móviles que recorren la ciudad. Al 10 de mayo llegamos con cero muertes por encima de lo normal y la velocidad del virus reducida de 3,3 a 1,2.
A su modelo se le ha descrito como “cooperativo”.
Es una suma de fuerzas. Unos US$ 35 millones destinados para obras de este año los usamos en la pandemia. La ayuda en medicinas y camas llegó de la empresa privada y de organizaciones convocadas por un comité que dirige Jaime Nebot (exalcalde). La ventaja es que pueden comprar directamente, sin trámite burocrático. Acá mucha gente ha muerto por desidia.
Guayaquil está en semáforo amarillo. Solo salen los trabajadores. ¿Qué les espera?
Creamos dos fondos a través de la Banca: pusimos US$ 10 millones en uno y US$ 50 millones en otro para dar préstamos a pequeños y medianos comerciantes. Con eso ponemos plata en los bolsillos y la economía empieza a circular. El llamado es ‘quédate en casa, te llevo comida hasta para tu mascota, solo sal a trabajar’.
¿Reafirma que hubo una gestión nefasta (de Moreno)?
Por supuesto. Fíjese, acá los muertos fueron secuestrados, en los hospitales se pedía dinero para identificarlos. A varios deudos les dieron las cenizas que no corresponden. Algunos no saben incluso dónde están sus muertos. Si no ingresábamos a trabajar, esto se hubiera hundido con ciudad y todo.
Haciendo salvedades, ¿qué se puede copiar de Guayaquil?
Tres cosas: buscar e identificar a los enfermos, no esperarlos. Atenderlos. Rearmar el presupuesto y planificar una nueva ciudad.