Venezuela es uno de los pocos países de América Latina ‘privilegiados’ en la crisis sanitaria del coronavirus. Según el régimen de Nicolás Maduro, hasta el momento solo tienen 2.814 casos confirmados, 487 personas recuperadas y 23 muertes. Una cifra baja para la escasez de suministros médicos que existe en dicha nación.
El pasado mes de mayo, un estudio por parte de la Universidad Johns Hopkins y Human Right Watch (HRW) señalaron que las cifras eran falsas y “absurdas”, y una estimación conservadora las sitúa en al menos 30.000 fallecidos.
Sin embargo, un grupo de venezolanos ha sido olvidado por parte del Gobierno chavista. Además de la crisis política, económica y social, la pandemia de la COVID-19 ha atacado también a los pueblos indígenas del país.
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Este es el caso del grupo indígena Waraos, que en Venezuela se ubica en el Delta del Orinoco y que actualmente 5.000 de ellos han tenido que migrar a países como Brasil para sobrevivir, donde se les ha asignado varios albergues con atención médica y primaria. Lamentablemente cuatro de estas personas han fallecido y 40 se han infectado con el coronavirus en el estado de Pariba de la vecina nación.
Además de 800 pemones en el estado de Pacaraima y otros en situación de calle, según datos de ACNUR.
“Nuestros hermanos indígenas han sido totalmente olvidados. Los servicios públicos no funcionan, no tienen agua, no tienen luz, las viviendas están deterioradas y tienen poca asistencia médica”, dijo Gladys Guanipo, diputada indígena y presidenta de la Comisión Permanente de los pueblos indígenas de la Asamblea Nacional, en una entrevista para La República.
Indígenas venezolanos en estado de vulnerabilidad en medio del coronavirus. Foto: AFP.
Resaltó que muchas veces la Guardia Nacional de Venezuela ataca a estos grupos étnicos por el derecho a protestar por la falta de alimentos: “Ellos viven del comercio, pero están en confinamiento. No pueden salir”.
“Le hemos hecho un llamado a la Organización Mundial de la Salud (OMS) y a los organismos internacionales, que le presten atención, que le busquen ayuda o insumos, ya que los mismos no cuentan con medicinas, no tienen alimentos”, destacó.
La embajadora de Venezuela en Brasil, por parte del Gobierno Interino de Juan Guaidó, María Teresa Belandria, y un grupo de venezolanos voluntarios, asistieron a varios grupos indígenas con alimentos, libros infantiles para niños, tapabocas, guantes y ropa: “Pero eso no debería ser, ellos tienen un país muy rico”, agrega.
Por otro lado, la también diputada opositora Larissa Nuñez por el Delta, enfatizó que “no hay un apoyo a los pueblos originarios y, por el contrario, están siendo desplazados de sus territorios ancestrales por bandas criminales. Sus espacios los explotan de manera irracional contaminando las aguas y deforestando los suelos”.
“Los que permanecen en sus comunidades de origen están aún más desasistidos con la llegada de la COVID-19, porque no tienen atención, mueren de hambre y enfermedades. No hay centros de salud en comunidades fluviales, falta de médicos, medicinas, programa de vacunación inexistentes. El paludismo y el VIH Sida forman parte del panorama de la salud indígena”.
Son alrededor de 30.000 indígenas de los estados Delta Amacuro, Monagas y Amazonas en Venezuela que están en completo estado de vulnerabilidad y no tienen asistencia, así como los grupos étnicos Cumanagotos (estado Anzoátegui), Kariña y Caribe.