Ella misma padeció la enfermedad. Luego de dirigir un conteo en los cementerios de Guayaquil (Ecuador), la alcaldesa Cynthia Viteri evidenció que la cifra de muertos por coronavirus (COVID-19) rozaba los 10.000; no 2.000 como señala la data pública. Desde entonces, desconfía.
“Nunca tuvimos un momento más difícil como el de ahora", lamenta la burgomaestre a través de una videollamada. Con el modelo que implementó en esta ciudad de 2 millones 790 mil habitantes, en menos de un mes el número de decesos pasó de 460 diarios a ninguno.
La primera iniciativa —dice— fue cortar con la gestión de Lenín Moreno. Este es un extracto de una entrevista con La República.
—¿En qué etapa de la crisis encaró al Gobierno para intervenir a través del municipio?
El 6 de abril, con un pico de 460 muertes diarias por coronavirus y un desastre mundial. Les dijimos: no sirven, lo hacemos nosotros. Unos 500 médicos salieron a buscar casa a casa a los enfermos, les hicieron muestras y llevaron medicina.
Pusimos 25 ambulancias, levantamos 50 puntos de salud y cinco carpas en fronteras con otros cantones. Hasta el momento, 74.900 pacientes han sido atendidos allí.
Asimismo, construimos dos hospitales grandes para atención intermedia que tienen 300 camas con oxígeno, y 35 clínicas móviles que recorren toda la ciudad.
Foto: AFP.
Al 10 de mayo llegamos con cero muertes por encima de lo normal y la velocidad del virus reducida de 3,3 a 1,2. Al día de hoy tenemos veinte días saltados con cero muertes. Ahora toca hacer 50.000 pruebas para saber si cambiamos de semáforo (de amarillo a verde).
—A su modelo se le ha descrito como “cooperativo”.
Es una suma de fuerzas. Unos $35 millones destinados para obras de este año los usamos en la pandemia. La ayuda en medicinas y camas llegó de la empresa privada y de organizaciones convocadas por un comité que dirige Jaime Nebot (exalcalde).
La ventaja es que pueden comprar directamente, sin trámite burocrático. Acá mucha gente ha muerto por desidia.
Otras instituciones y fundaciones nos dieron camas. Yo compré las máquinas que generan oxígeno y las pusimos en el Hospital Bicentenario, el más grande construido en 66 días.
Hospital Bicentenario. Foto: AFP.
—Guayaquil está en semáforo amarillo. Solo pueden salir los trabajadores. ¿Qué les espera a ellos?
Creamos dos fondos a través de la Banca: pusimos $10 millones en uno y $50 millones en otro para dar préstamos a pequeños y medianos comerciantes. Con eso ponemos plata en los bolsillos y la economía empieza a circular. El llamado es ‘quédate en casa, te llevo comida hasta para tu mascota, solo sal a trabajar’.
Todos los días visito 5.000 casas, puerta a puerta: les llevamos medicina, mascarillas (porque aquí especularon con los precios) y desinfección (porque encima hay dengue).
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—Usted ha sido muy crítica de la gestión de Moreno. ¿Reafirma, a estas alturas, que fue nefasta?
Por supuesto. Fíjese, acá los muertos fueron secuestrados, en los hospitales se pedía dinero para identificarlos. A varios deudos les dieron las cenizas que no corresponden. Algunos no saben incluso dónde están sus muertos. Es la tragedia de esta guerra.
Si no ingresábamos a trabajar —porque ingresamos sin que fuera nuestra competencia—, esto se hubiera hundido con ciudad y todo.
Cynthia Viteri, alcaldesa de Guayaquil, asegura que es como si hubiera caído una "bomba" en su ciudad.
—Haciendo salvedades, ¿qué se puede copiar de Guayaquil?
Tres cosas: buscar e identificar a los enfermos, no esperarlos. Atenderlos. Rearmar el presupuesto y planificar una nueva ciudad. Nosotros decidimos vivir y comer. Todo lo que planteamos gira en vivir y comer.
Guayaquil está preparada para una posible segunda ola de coronavirus (COVID-19). Alguien dijo —usted verá quién— que cuando uno necesita una mano debe buscarla en el extremo de su propio brazo. Y yo no espero.