La economía mundial se ha visto duramente golpeada por la propagación de la COVID-19 y sectores como aerolíneas, hoteles y restaurantes alertan que pueden quebrar. En Argentina, una mujer rompió en llanto al despedirse de su negocio por la falta de ingresos.
Con mucha nostalgia, la cocinera empezó a grabar el interior del restaurante, donde las mesas, las estanterías cargadas de botellas de vino y la enorme parrilla, desaparecieron para dar lugar a un vacío absoluto. Asimismo, las risas y conversaciones ruidosas de sus comensales se esfumaron.
“Con un dolor en el alma, me despido de vos, querido comedor. Me diste mucha satisfacción. Así me voy, dejando todo limpio”, dice Claudia Saluzzo, mientras se le quiebra la voz al mostrar el local sin personas.
Ella era la dueña de un restaurante familiar que funcionaba dentro del Club Sportivo Belgrano de la ciudad de San Francisco, en Córdoba (Argentina). Lamentablemente, su negocio se vio afectado por el impacto económico del coronavirus.
Saluzzo contó que el comedor “funcionaba extraordinariamente”, pero no pudo soportar los gastos generados tras dos meses sin poder trabajar. Como muchos restaurantes, intentó hacer delivery sin obtener éxito.
“Con el delivery no sacás ni para la nafta”, expresó al diario El Periódico. La mujer remarcó que “hay muchos que desde sus casas no mantienen un lugar y hacen de comer y venden”. “La competencia es desleal si no podemos abrir”, declaró.
El restaurante que llevaba su apellido “Lo de Saluzzo” era un emprendimiento familiar.
Tras verse en esa crítica situación económica, intentaron conseguir ayuda del municipio, pero no obtuvieron respuesta. “No me hago la víctima porque hay un millón de personas que estamos en la misma situación”, dijo.
El restaurante que llevaba el nombre Lo de Saluzzo era un emprendimiento familiar. Trabajaba junto a su esposo Alejandro, sus tres hijas, Natalia, Lucía y Valentina, y uno de sus yernos. “Tengo una familia que vale oro, siempre la luchamos juntos”, afirmó y no duda que volverán a abrir otro comedor.