El papa Francisco manifestó su solidaridad a todas las personas contagiadas con el nuevo coronavirus y al personal sanitario que los atienden, tras lo cual apretó las manos a decenas de fieles durante la tradicional audiencia de los miércoles en la plaza de San Pedro.
“Quisiera expresar una vez más mi cercanía a los enfermos por el coronavirus y al personal sanitario que los atienden, así como a las autoridades civiles que participan en la asistencia y contención del contagio”, dijo el pontífice ante cientos de fieles y turistas.
El papa Francisco celebró la audiencia al aire libre en vez de la sala interna Pablo VI, como suele ocurrir en los meses de invierno.
El pontífice llegó a bordo de su "papamóvil" y luego saludó a una multitud de personas, algunas con mascarillas quirúrgicas.
Al final de la audiencia, en lugar de subir al papamóvil como es su costumbre, el papa, de 83 años, estrechó las manos de docenas de fieles y besó a algunos niños.
El año pasado, el papa Francisco no quiso que le besaran el anillo pontificio y explicó luego que se trataba de una fuente de gérmenes que deseaba evitar.
El papa argentino es conocido porque abraza a la gente, besa a los enfermos, se deja tocar e inclusive acepta bebidas que le ofrecen sus compatriotas.
En su homilía con ocasión del miércoles de Cenizas, que marca el comienzo de la Cuaresma, el papa pidió a los católicos de todo el mundo que “apaguen la televisión y abran la Biblia”.
“Es hora de desconectarse de su teléfono móvil y conectarse al Evangelio”, aseguró.
Francisco instó a “renunciar a las palabras innecesarias, a los chismes y rumores”, suplicó.
Según la tradición cristiana, la Cuaresma es un período dedicado a la reflexión y se inspira en los 40 días de ayuno de Jesús en el desierto.