La muerte de Anna Sakidon, una niña ucraniana de 8 años diagnosticada con el síndrome de progeria Hutchinson-Gilford, ha conmovido a todos. La pequeña nació con esta enfermedad genética que se caracteriza por un envejecimiento prematuro, y que solo afecta a 160 personas en el mundo.
La menor celebró su onomástico el mes pasado, pero pesaba menos de 8 kg con una edad biológica cercana a los 80. Tuvo que luchar contra la condición genética desde que era una bebé hasta que una falla múltiple en sus órganos acabó con su vida, según los informes médicos en Ucrania.
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Antes de la muerte de su hija, la afligida madre, Ivanna, contó a Daily Mail que estaba “lista para sacrificar todo por ella”. La Fundación de Voluntarios de Ucrania que apoyó el tratamiento de Anna Sakidon comentó que la mujer solo esperaba descubrir que los galenos estaban equivocados.
La enfermedad genética de Anna era muy rara. En enero de 2020 cumplió ocho años, pero en los niños con síndrome de progeria de Hutchinson-Gilford, un año equivale de ocho a diez. Así que su edad real era entre 70 y 80 años.
Los médicos de Volyn regional Children Medical Complex, Ucrania, declararon en su informe que Anna sufrió varios accidentes cerebrovascurales y parálisis de sus extremidades. Este problema afectó el movimiento de sus brazos y piernas.
El síndrome de progeria de Hutchinson-Gilford no se evidencia en el bebé durante su nacimiento ni en la primera infancia, pero luego crece lentamente que otros niños y no aumenta de peso al ritmo esperado.
El mal genético también causa caída de cabello, piel de aspecto envejecido, anomalías en las articulaciones y pérdida de grasa debajo de la piel. Solo uno de cada 20 millones de niños son diagnosticados con la afección.