Una alternativa para contrarrestar el cambio climático. Frente a la carestía de árboles en la Tierra, científicos de Israel han creado una bacteria que no se alimenta de azúcar. Su peculiar alimento es el dióxido de carbono (CO2).
Evidentemente, los investigadores aportarían sustancialmente en la preservación del ’planeta azul’, pues podrían allanar el cambio hacia los combustibles neutros en carbono.
Los estudiosos del Instituto de Ciencia Weizmann diseñaron al microorganismo cuyo alimento es el CO2. Esta bacteria genéticamente modificada puede convertir el dióxido de carbono en carbono orgánico. Esto se pudo realizar a través de la ingeniería genética.
Los investigadores utilizaron el “cableado metabólico” con un solo objetivo: hacer que la bacteria logre consumir CO2 de manera similar a una planta. Para transformar la dieta de E. coli, los estudiosos agregaron genes que metabolizan el CO2 y eliminaron genes que generalmente procesan compuestos de azúcar.
El primer autor de la investigación, Shmuel Gleizer, se refirió a la viabilidad de la transformación en el laboratorio. “Desde una perspectiva científica básica, queríamos ver si es posible una transformación tan importante en la dieta de las bacterias, desde la dependencia del azúcar hasta la síntesis de toda su biomasa a partir del CO2”, sostuvo.
Por su parte, el biólogo Ron Milo explicó los alcances de la investigación y puso de relieve el cuidado de la Tierra. “Nuestro principal objetivo era crear una plataforma científica conveniente que pudiera mejorar la fijación de CO2, que puede ayudar a abordar los desafíos relacionados con la producción sostenible de alimentos y combustibles y el calentamiento global causado por las emisiones de CO2”, precisó.
La investigación de los científicos del Instituto Weizmann fue publicado por la revista de ciencias Nature. El hallazgo podría conducir a la producción de bajas emisiones de carbono para su uso en biocombustibles o alimentos. La puesta en marcha del estudio ayudaría a erradicar las ingentes cantidades de CO2 que se encuentra en la atmósfera.
El siguiente paso de los científicos será apuntar a suministrar energía a través de electricidad renovable para abordar el problema de la liberación de CO2 y mejorar su comprensión de las condiciones en que la bacteria puede florecer.