En 2017, Paula Sánchez Frega, de 28 años, se armó de valor y puso fin a la relación tóxica que llevaba con su expareja, el tatuador Patricio Pioli. Tiempo después, la mujer denunció ante la Justicia de haber sido víctima de una pornovenganza y convirtió su caso en el primer juicio oral de Argentina por la difusión de material sexual íntimo.
Este jueves, Patricio Pioli, de 36 años, enfrentó a la justicia por los delitos de coacción y lesiones calificadas que pesan en su contra, ya que los delitos informáticos conocidos como “sextorsión” y “pornovenganza” no constituían una falta, durante el Juzgado N° 3 de La Rioja.
“Me ahorcó, me tiró agua helada, le quedaba matarme” arranca juicio a tatuador acusado de ‘pornovenganza’
El juez Gustavo Farías confirmó que su veredicto lo dará a mediados de diciembre, tras llevar a cabo cinco audiencias, por lo que al final determinará la responsabilidad de Pioli en este delito que de ser declarado culpable podría recibir una condena de dos a seis años de prisión.
“Lo conocí cuando me fui a tatuar al local de él. Al tiempo iniciamos una relación y terminó viviendo en mi casa”, comentó Paula a Infobae. “Empezamos a celarnos mutuamente y ya discutíamos por cualquier cosa. No lo soporté más y le pedí que se fuera a vivir a otro lado. Pero él no se bancó que lo dejara y tras amenazarme de muerte decidió viralizar por WhatsApp mis fotos y videos íntimos”, explicó muy consternada.
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Tras el fin de su relación, Patricio Pioli continuó hostigándola, pero Paula no se quedó con los brazos cruzados, lo denunció y obtuvo una restricción perimetral. El hombre fue procesado con prisión preventiva (pero con beneficio de excarcelación), embargado por 30 mil pesos y su causa se elevó a juicio.
Según los especialistas, la “Pornovenganza” se desencadena cuando una persona coloca en Internet fotos o videos sexuales de otra persona, sin su consentimiento. Por otro lado, el “Sextortion” es una forma de chantaje a una persona por medio de una imagen de sí misma desnuda que se ha compartido a través de Internet.
La víctima espera que su agresor sea condenado por la justicia tras el daño cometido a su persona. “Yo vengo de un tratamiento psicológico y de otros psicofármacos. Sigo con trastornos de ansiedad, pero no voy a dejar esta lucha hasta que la justicia dicte un fallo ejemplar”, finalizó.
Es un mal de nunca acabar.