Zena Cooper, de 42 años, es una madre soltera con cuatro hijos que logró esconder durante casi toda su vida que era ciega. A pesar de haber nacido con un trastorno genético tiene una maestría y labora como consejera escolar en Gales, Reino Unido.
Ni siquiera sus padres lo sabían. “Vivía en un estado de perpetua hipervigilancia”, afirmó Cooper en entrevista con el Daily Mail, medio británico al cual le relató la estrategia que desarrolló durante 38 años para mantener en secreto su pérdida de visión.
La mujer recordaba rutas gracias a una memoria ‘prodigiosamente retentiva’, que le permitió aprenderse las rutas de las carreteras y los pavimentos. En cuanto a las personas, procuraba acordarse de cómo olían para que no se dieran cuenta.
Cooper nació con el síndrome de Marfan, un trastorno genético del tejido conectivo del cuerpo, que puede afectar el corazón, los pulmones, los huesos, las articulaciones y los ojos, en diversos grados. Foto: Facebook
“Siempre estaba planeando hacia adelante, navegando, contando pasos, memorizando la sensación de la superficie del suelo debajo de mis pies y desarrollando mi memoria auditiva”, contó Cooper.
En su niñez no notó diferencia alguna con los demás. "No me daba cuenta de que era diferente. Pensé que todos veían a las personas como vagos desenfoques, que ellos, como yo, identificaban los alimentos oliéndolos y sintiendo las costuras en sus ropas cuando se vestían".
Con el pasar de los años Cooper se sintió como una “impostora en un mundo vidente”, pero aun así consideró que era “demasiado tarde para decirle a la gente que era ciega”. Por tal, siguió su vida como si nada, a pesar de que sufría de síndrome de Marfan.
Zena Cooper logró sobrellevar su vida sin que los demás notaran su ceguera. Foto: Daily Mail
“También había vergüenza. ¿La gente me trataría de manera diferente?”, confesó Cooper, quien sentía mucho “escepticismo” ante la respuesta que podía recibir de su entorno más cercano.
Pero hace cuatro años, cuando tenía 38, un hecho cambió su plan y su vida por completo. Confundió un niño con otro de la misma altura y con una voz similar que buscaba asesoramiento. Aunque no fue un error grave, para ella fue relevante porque su táctica le había fallado.
Luego hubo más incidentes: en algunas ocasiones se cayó y en una de ellas terminó tirada en el piso, incluso, en una ruta familiar que acostumbra a transitar desde hace tiempo. Fue allí cuando aceptó la realidad, debía solicitar atención médica.
“Lo había pospuesto por tanto tiempo, pero supe que tenía que ser honesto, necesitaba ayuda (...). Nunca antes me había considerado discapacitada, pero ahora lo estaba admitiendo”, declaró la mujer.
Zena Cooper también escribió un libro sobre su experiencia. Foto: Daily Mail
Las reacciones no se hicieron esperar. "Mi madre se sintió horrible” porque “no tenía idea de lo mala que era mi vista cuando era niña”, dijo.
Hoy en día continúa su vida con la ayuda de un perro guía llamado Munch, un cariñoso labradoodle, en la ciudad de Ammanford, en el sur de Gales, donde nació y vive con sus hijos más pequeños, Zaidley, de 15 años, y Jaidan, de 17.