Son diminutas, pero precavidas, por decirlo menos. Un estudio científico, publicado en la revista Australian Mammology, demuestra que las ratas acuáticas —o rakali— ostentan una ‘precisión quirúrgica’ al momento de cazar sapos venenosos, pues han aprendido a diseccionarlos a fin de darse un festín con los hígados y corazones.
La historia de los sapos de caña tiene diversos vaivenes. Al principio, según detalló BBC Mundo, fueron incluidos en los hábitats australianos, en 1935, bajo el ‘precepto’ de darles muerte a unos escarabajos invasores. Sin embargo, sus capacidades de adaptarse al entorno hicieron que emigraran hasta 60 kilómetros por año. ¿El perjuicio? Otras clases de depredadores desaparecieron.
El veneno de los sapos de caña ha puesto al borde de la extinción a varias especies depredadoras. | Foto: Getty Images
Entre el año 2011 y 2012, al oeste de Australia, cocodrilos, marsupiales y lagartos resultaron extinguidos tras ingerir las toxinas venenosas de estos anfibios. Incluso los investigadores decidieron educar a ciertas especies para que desarrollen mecanismos de defensa, así solo enfermaban, mas no fallecían.
Marissa Parrot, una autora del estudio citado líneas atrás, escribió en The Conversation que, en el 2014, cada mañana encontraba cinco sapos muertos con incisiones en un arroyo. Luego, gracias a una filmación infrarroja, los científicos captaron en plena faena a las ratas rakali.
Rata de agua australiana. | Foto: Wikipedia / ZooPro
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Los pormenores de la cacería animal quedaron impregnados en los forenses como la visión de un desalmado campo de batalla. Hallaron a los anfibios sin varios de sus órganos, piernas despellejadas y músculos rasgados; de esta forma, otro animales evitaban el contacto con las toxinas mortales, de acuerdo a BBC Mundo.
“Algunos roedores pueden comer pequeños sapos juveniles, pero no se han documentado roedores específicamente dirigidos a sapos grandes”, comentó Parrot. “En nuestro caso, —prosiguió narrando en el artículo— las ratas de agua preferían comer sapos grandes, a pesar de que los sapos medianos los superaban en número en 27 a 1”.
La experta, como conclusión a este descubrimiento de la ciencia, agregó que aún no se puede aseverar al cien por ciento si las ratas han dado un salto evolutivo o, simplemente, están imitando la misma estrategia que usan para cazar ranas nativas.