Dos naves espaciales autónomas que vuelan gracias a propulsores impulsados por agua han sido puestos en órbita con éxito por la NASA, que toma este logro como el primer paso para la nueva generación de exploradores interplanetarios.
Las naves espaciales son del tipo CubeSats, prismas fabricados por la NASA que se caracterizan por ser muy pequeños: las medidas de sus lados no superan los 10 centímetros. Ambas se mantenían distanciadas unos 9 kilómetros entre sí mientras orbitaban la Tierra hasta que establecieron un enlace de comunicación por radio, mediante el cuál la nave ‘jefe’ le ordenó a la ‘subordinada’ que disparara su propulsor con agua, que se convirtió en vapor e impulsó la nave. Así fue que se acercaron.
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Con ello, la NASA demostró que no solo ha logrado poner en órbita naves espaciales impulsadas por agua, sino que las ha dejado actuar de forma autónoma; es decir, en lugar de que las personas dirijan cada movimiento desde la Tierra o una estación espacial, solo basta con programar una secuencia de comandos para que la nave haga el resto del trabajo por su cuenta.
“Demostraciones como esta ayudarán a las tecnologías avanzadas que permitirán un uso mayor y más extendido de pequeñas naves espaciales dentro y más allá de la órbita de la Tierra”, dijo en un comunicado de prensa Roger Hunter, gerente del programa Tecnología de Pequeñas Naves Espaciales.
Pero las ambiciones de la NASA van más allá, ya que tienen pensado usar estos pequeños ‘soldados’ autónomos para explorar las nuevas misiones interplanetarias sin la necesidad de monitorearlos.
Distancia inicial entre ambas naves autónomas. Imagen: NASA.
“Es emocionante pensar en las posibilidades habilitadas con respecto al espacio profundo, organizando de forma autónoma enjambres de naves espaciales pequeñas”, añade.
En la actualidad, el principal vehículo de exploración de la NASA es el MSL Curiosity, que funciona con instrucciones enviadas desde la Tierra.
El portal Universe Today sugiere Curiosity podría servir en el futuro como una ‘nave nodriza’ que está a cargo de un enjambre de drones, a los cuales se les da un conjunto de instrucciones sobre la exploración para que luego actúen por su cuenta.
Puede que tengamos que esperar un tiempo más para que esa visión se haga realidad, pero este proyecto -que es parte de la misión Demostración de Sensores y Comunicaciones Ópticas (OCSD, por sus siglas en inglés) de la NASA- hace que nos demos cuenta de qué tan cerca estamos de la nueva era para la exploración de planetas.