La mañana del 11 de septiembre del 2001, Manhattan (Estados Unidos) amaneció aturdida. Las torres gemelas (World Trade Center) después de un ataque terrorista, se caían a pedazos. Los policías, bomberos y otros trabajadores de emergencia sumaban fuerzas para conservar el orden y las vidas. El exdetective, Luis G. Álvarez, quien luchó hasta el último minuto para que estos valerosos hombres tuvieran un reconocimiento, murió -hoy- a los 53 años.
El exdetective falleció en el hospital Rockville Centre en New York (Estados Unidos) de un cáncer colorrectal. La enfermedad le fue diagnosticada el 2016 y se presume que la contrajo mientras buscaba sobrevivientes en la toxicidad de los escombros de las torres gemelas.
“Por favor, cuídense y cuídense mutuamente”, repetía Álvarez a los trabajadores que representó durante mucho tiempo. Los familiares del exdetective, quienes hacían eco del extinto altruista, declararon que “por favor, recuerden sus palabras. (Nosotros) le dijimos al final que había ganado esta batalla por las muchas vidas que había tocado”.
El también expolicía, Luis G. Álvarez, había logrado en el 2011 que se active el Fondo Federal de Compensación de Víctimas del 11 de septiembre. La luz verde a este fondo significaba que se extendía el beneficio de salud a los damnificados, el mismo privilegio que se traducía en los 7, 3 millones de dólares, desde el 2011 hasta - se presagia - el 2020, que servirían como compensación a las muertes y enfermedades relacionadas a la exposición tóxica de los accidentes de aviación, específicamente, del ataque terrorista.
El exdetective, Luis G. Álvarez, personaje invaluable en la historia de Estados Unidos, hereda su gran proceder a su esposa, Lanie Álvarez, y a sus hijos: David, Tyler y Ben, quienes inmortalizarán la figura del expolicía, quién nació dos veces: la primera vez en Queens (1965) y la segunda vez, cuando apoyó a todos los que lo necesitaron.