La tradición de la T’anta Wawa, un pan dulce con forma de bebé, se ha convertido en un símbolo de la celebración del Día de Todos los Santos en Cusco y el sur del Perú. Este delicioso manjar, que se ofrece en las tumbas, refleja la rica herencia cultural de la región.
Cada 1 de noviembre, la T’anta Wawa se elabora con ingredientes como canela, pasas doradas y anís, y se presenta en forma de un bebé envuelto en una manta. Esta tradición, que honra a los difuntos, se remonta a épocas precolombinas y ha evolucionado a lo largo de los años, y mantener su esencia en la actualidad.
Originalmente, la "t'anta wawa" se ofrecía a los niños fallecidos como un obsequio para el más allá. Las tumbas de las niñas recibían este pan en forma de bebé, mientras que las de los niños se adornaban con panes en forma de caballo. Esta práctica ancestral de honrar a quienes ya no están continúa vigente, y en ella se fusionan costumbres indígenas con tradiciones católicas.
Hoy en día, la t'anta wawa no solo se ofrece a los difuntos, sino también a los niños vivos. La ceremonia de bautizo de estas figuras, que simula ritos católicos, añade un toque irreverente a la celebración. Los asistentes asumieron roles de sacerdotes y padrinos, además de elegir nombres humorísticos que reflejan la cultura cusqueña.
La producción de t'anta wawa ha evolucionado de ser un producto artesanal a uno de elaboración industrial. Sin embargo, algunas familias aún conservan la tradición de hacer este pan en casa, preservando su calidad y sabor auténtico. También existen variantes comerciales orientadas a turistas, lo cual ha contribuido a que esta tradición siga vigente y relevante en la actualidad.