Un abuelo, un padre, un hijo. Tres generaciones, una vida, un disco. De repente, a las 8:30 de la noche, las luces se apagan, el telón se levanta y se escuchan solo gritos. Nito Mestre, la legendaria voz de la banda argentina Sui Generis, acaba de aparecer en el escenario con sus nueve músicos. El frío que se sentía afuera ha desaparecido dentro del teatro Nos de la PUCP, en San Isidro. Arde. La nostalgia setentera-ochentera se siente. Todos se preparan para la magia.
Es el jueves 4 de julio. Nito Mestre da inicio a su primer día de show. El pretexto: los 51 años del disco Vida. “Vamos a hacer como si estuviéramos escuchando el vinilo, con las 10 canciones en orden”, dice. Pero eso se hará esperar. Nito arranca con un tema nuevo: Distintos (2023). Luego siguen más canciones de su época solista y con los Desconocidos de Siempre y Porsuigieco. Todo fluye. La acústica es perfecta, no hace falta autotune. ¿Qué es eso? Si un Sui Generis está al frente. Solo hace falta Charly García, el otro genio.
Nito Mestre en su primer día de concierto. John Reyes.
“¡Grande, Nito!”, grita un fan cuando termina Cayendo, su otro nuevo tema (2023). Mestre levanta la mano, le responde. El público aplaude. De repente otra sorpresa. Se viene un medley cortito, tres canciones en una: Instituciones, Alto en la torre y Eiti leda o Nena. El público estalla. No se lo esperaba. “¡Gracias, Nito, eres un genio!”.
Después siguen Hoy tiré viejas hojas y Fabricante de mentiras. Temones (soy fan). Pero acaban. Y ya son las 9:25 de la noche. Es hora del disco Vida, que en 1972 dio inicio a esa aventura atemporal llamada Sui Generis. “Hubo un tiempo que fui hermoso. Y fui libre de verdad. Guardaba todos mis sueños en castillos de cristal”, canta Nito. Los asistentes estallan por segunda vez. Las voces acompañan a la voz de Nito, en coro. Es uno de los himnos.
“¡Perú te quiere, Nito!” Esa frase de otro fan da pie a una anécdota. “La primera vez que vine a Lima fue porque Fito Páez no podía venir a tocar con GIT en la Universidad de Lima. Era 1985. Pensé que nadie me iba a conocer, pero cantaron mis canciones. Aún recuerdo cuando hace unos años un piloto de avión que me miraba mucho me dijo que tenía el polo que le autografié esa primera vez”, cuenta Nito con una memoria de elefante.
Termina la historia y vienen las otras canciones más coreadas, como Necesito, Estación, Natalio Ruiz... Quizás porque y Cuando comenzamos a nacer.
“El disco se llama Vida, pero empieza con Canción para mi muerte. Fue una decisión del productor, aunque nosotros elegimos que el final termine con Cuando comenzamos a nacer”, dice antes de decir adiós. Nito tiene 71 años, pero su perfomance en el escenario y su voz de siempre siguen adolescentes.
Esa noche de jueves, la fanaticada se va satisfecha a su casa, con un pequeño brillo en sus ojos. Pero hoy, viernes 5 de julio, le tocará a otro grupo. El pretexto ahora serán los 50 años del disco Confesiones de invierno (1973). El segundo show de Nito Mestre empezará y los coros, las canciones y los recuerdos, seguro, serán una nueva anécdota. Sui Generis nunca morirá.