Oswaldo Gonzáles, quien alcanzó notoriedad por inspirar la famosa película peruana Django, experimentó una transformación notable en su vida en los últimos años. Este cambio de rumbo captó la atención de quienes conocen su historia, pues, tras años de una vida compleja y marcada por episodios difíciles, hoy se dedica a actividades alejadas del pasado que alguna vez lo envolvió.
También conocido como "Django", Oswaldo Gonzales es un exdelincuente peruano originario de Sitacocha, Cajamarca, cuya vida dio un giro radical al convertirse en predicador. Habiendo quedado huérfano a una edad temprana, fue llevado por una tía al Callao, en Lima, donde comenzó a involucrarse en la delincuencia desde joven. A los 18 años, realizó su primer robo, y con el tiempo, se hizo famoso por asaltar más de 100 bancos en Perú, acumulando una fortuna y logrando escapar de prisiones como Lurigancho y El Sexto.
De ladrón a predicador, Oswaldo Gonzales inspira a otros a redimirse, dejando atrás la violencia. Foto: difusión
En la actualidad, Oswaldo Gonzales se dedica al evangelismo y la predicación, utilizando su experiencia de vida como ejemplo de redención. Después de cumplir sus penas y dejar atrás la vida criminal, Gonzales compró un terreno en Puente Piedra, Lima, y comenzó una misión espiritual visitando prisiones y centros de rehabilitación. Su objetivo es llevar un mensaje de fe y esperanza a personas que, como él en el pasado, han tenido problemas con la ley. Con su testimonio, Gonzales busca mostrar que es posible cambiar de vida y encontrar un propósito positivo a través de la religión. Ahora, se define como “Django para Dios”, distanciándose de su pasado delincuencial.
En 1980, mientras estaba en prisión, Oswaldo Gonzales recibió la visita de dos misioneros puertorriqueños que le hablaron sobre el propósito que Dios tenía para él. Aunque inicialmente no comprendió el mensaje, esas palabras sembraron una semilla de transformación que, años más tarde, floreció. Después de su liberación en 1990, Gonzales decidió abandonar la vida criminal y empezó a predicar. Su cambio fue motivado por la creencia de que su vida tenía un propósito más elevado y comenzó a visitar prisiones y centros de rehabilitación, compartiendo su historia y promoviendo la fe cristiana entre aquellos que enfrentaban dificultades legales.
El apodo de Django se originó debido a la semejanza que las personas encontraron entre él y el personaje de la película Django (1966), interpretada por Franco Nero. La asociación con el personaje hizo que este nombre se popularizara entre los círculos delictivos y en la prensa peruana, creando una identidad que reflejaba su reputación como un temido asaltante de bancos y maestro en escapatorias de prisiones.
Inspirado por misioneros, Oswaldo "Django" Gonzáles dejó la delincuencia para predicar la fe cristiana. Foto: difusión