“Como ven, soy un señor mayor tirando a viejo. Vengo de una larga posguerra y de una familia humilde que me dio lo mejor que se le puede dar a alguien, lo mejor que podrán hallar en mí viene de ahí. En el camino azaroso fui encontrando las razones para seguir adelante y con el impulso de los sueños llegué hasta aquí. Soy una persona que se siente querida y respetada, a la que le gusta su oficio: cantar y escribir canciones. Soy persona partidaria de las vidas propias y ajenas. Prefiero los caminos a las fronteras, la razón a la fuerza y el instinto a la urbanidad. Soy un animal social y racional que necesita de otros hombres más allá de la tribu. Creo en la tolerancia. Creo en el respeto al derecho ajeno y el diálogo como la única manera de resolver los asuntos justamente. Creo en la libertad, la justicia y la democracia. Valores que o van de la mano o no lo son”.
Con estas palabras, Joan Manuel Serrat recibía el Premio Princesa de Asturias de las Artes con el que no solo se destaca su impecable carrera, sino con el que también subraya la importancia de su legado artístico.
“Les confieso que no me gusta el mundo en que vivimos, hostil, contaminado e insolidario donde los valores democráticos y morales han sido sustituidos por la avidez del mercado, donde todo tiene un precio. No me gusta ser testigo de atrocidades sin unánimes y contundentes respuestas. No me conformo al ver los sueños varados en la otra orilla del río. ¿Cuándo llegará el tiempo de vendimiar los sueños?, me pregunto de mala gana, al ver partir a los amigos sin cosechar los sueños”, agregó.
“Quiero dejar un buen recuerdo en los demás cuando desaparezca. El recuerdo de un buen hombre, justo y agradecido y espero no haber llegado hasta hoy para mostrar gratitud y afecto a quienes generosamente me han regalado su amistad, su compañía y su consejo pero, por si acaso, desde aquí, quiero dar las gracias a mis maestros que han sido muchos, a mis compañeros, a los amigos que han compartido el camino conmigo y que me han estimulado y ayudado a sabiendas o no a recorrerlo y, sobre todo, quiero agradecer a mi mujer por haberme permitido compartir la vida con ella. Gracias a mis padres y a mis hijos y a mis nietos que son mi mayor orgullo”.