La biodiversidad de peces en la Amazonía, la cuenca fluvial más grande del mundo, está amenazada por la sobrepesca.
Así lo muestra una investigación basada en datos de los inventarios de pescado desembarcado en seis de los más grandes puertos en la Amazonía brasileña y peruana en los últimos 30 años, según un informe de SciDevNEt.
El estudio, publicado en Proceedings of Royal Society B, indica que la pesca sin control amenaza no solo la biodiversidad del ecosistema amazónico, sino también la sustentabilidad de la propia pesca, que es el principal origen de proteínas y nutrientes esenciales para las poblaciones locales.
“Hemos visto cambios consistentes con la superexplotación en todas las bases de datos y en todos los hogares analizados, no importa cuándo”, señaló Sebastian Heilpern, autor principal de la investigación y ecólogo de la Universidad de Cornell, Estados Unidos.
Los signos de sobrepesca aparecieron cuando los investigadores analizaron la proporción y el tamaño de las especies de peces traídas a puertos en los departamentos peruanos de Loreto, Ucayali y Madre de Dios, y en las ciudades brasileñas de Porto Velho, Manaos y Santarém. Los datos fueron colectados por diferentes agencias estatales en series temporales que varían entre 34 y 10 años, dependiendo de la región.
Observaron que, de manera general, las especies más grandes iban desapareciendo de las capturas, mientras que las especies más pequeñas dominaban la mayoría de las cargas. Según ellos, esta es una clara señal de sobrepesca.
Heilpern precisa que los peces grandes, que son los más buscados por su masa y por ser más fáciles de pescar, son también más lentos para crecer y reproducirse que los peces más pequeños. Si los peces grandes son sobreexplotados, su población no puede reproducirse lo suficientemente rápido para recuperarse y la especie comienza a desaparecer.
Cuando los peces grandes ya no están disponibles, los pescadores redireccionan la pesca a las especies más pequeñas, que son más abundantes porque crecen y se reproducen más rápido. Y esta tendencia es exactamente lo que mostraron los registros de desembarques de pescado.
Los grandes peces migratorios que eran comunes en la región, como el Brachyplatystoma filamentosum (conocido como saltón o valentón en español y filhote en portugués) y el Colossoma macropomum (gamitana o cherna en español y tamabaqui en portugués) están desapareciendo.
Incluso el pez de tamaño mediano Prochilodus nigricans (boquichico en español y curimatã en portugués), que es una de las especies más capturadas en peso en la Amazonía brasileña, se está volviendo menos común. Los desembarques de este pez disminuyeron de 45% a 25% entre 1984 y 2016 en el puerto peruano de Loreto, y de 21% al 8% entre 1994 y 2009 en el brasileño Porto Velho.
En Perú, el Gobierno hace algunas acciones de monitoreo, pero en Brasil, que es el país amazónico con más consumo de pescado en números absolutos, el último monitoreo de desembarques financiado por el Estado se realizó hace más de 10 años. Además, tampoco hay datos sobre la pesca artesanal en las comunidades locales.
“Estamos en la oscuridad”, dice Barthem. “Mientras, la pesca no se detiene: la cadena productiva es cada vez más eficiente, los pescadores van incorporando nuevas técnicas y organizándose, armando equipos y eso no lo estamos siguiendo”.
El motivo de la sobrepesca, explicó otra autora del estudio, la bióloga Carolina Doria, de la Universidade Federal de Rondônia, Brasil, es el aumento de la demanda, impulsado por la creciente urbanización en la región.
Los autores del estudio también utilizaron modelos matemáticos para simular la resistencia de las especies de peces comerciales a diferentes escenarios de sobrepesca. Observaron que a medida que disminuye la variedad de especies capturadas, también disminuye la capacidad de las poblaciones de peces para mantenerse.
“El estudio es importante porque muestra que incluso con la diversidad de peces que existe en la Amazonía, la pesca puede agotarse”, dice el ecólogo y especialista en peces Jean Vitule, de la Universidad Federal do Paraná, Brasil.
Pero el científico señala que es arriesgado extrapolar el hallazgo para toda la Amazonía porque la muestra del estudio es pequeña en comparación con el tamaño de la cuenca y la diversidad de la industria pesquera en la región (que va desde pequeños pescadores a grandes empresas).
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Más de 3.000 especies de peces viven en los 6 300 000 km² de la cuenca del Amazonas, pero solo cerca de 120 son consumidas comercialmente.
Además, la amenaza a la biodiversidad no se limita a la pesca, observa Vitule. Otros factores ya presentes en la cuenca, como la introducción de especies exóticas, la contaminación por mercurio por parte de la minería ilegal, la construcción de hidroeléctricas que impiden la migración de especies y el cambio climático se suman a la presión de las pesquerías.
“La cuenca es un único sistema”, dice. “Una represa construida en Brasil puede impactar a Perú o Bolivia. El río es como la raíz de una planta, si matas la raíz, el árbol no puede crecer”, subraya.