En el Perú, la creatividad para sobreponerse a los problemas no tiene límites. En el caso de las pequeñas empresas, la crisis derivada de la pandemia de COVID-19 ha afectado enormemente su supervivencia en el mercado. Sin embargo, también ha empujado a algunas personas a la reinvención.
La República conversó con tres emprendedores de diferentes rubros, apenas una muestra representativa de tantos negocios que, debido al contexto en que vivimos, se han visto en la necesidad de adaptar sus ideas para una nueva normalidad mucho más digital, aunque no por ello menos humana.
Naked de chocolate de Cocina Natural. Foto: Instagram / @cocina_natural_peru.
Ubicado en Jesús María, este pequeño restaurante vegetariano había capturado su nicho en los estudiantes de la Universidad del Pacífico, ya que se encuentra a pocos pasos del mismo. Su gran oferta de postres, hamburguesas y almuerzos atraía incluso a los paladares más carnívoros. “2020 iba a ser nuestro año”, recuerda André Morin, gerente del local, con nostalgia.
Al llegar la cuarentena, el equipo de Cocina Natural pensó que serían unos días de descanso. Sin embargo, tras las dos primeras semanas, la preocupación creció. Las complicaciones afectaron la planilla, que de 18 trabajadores se redujo a cinco. “Fue como retroceder diez años”. Por suerte, lograron obtener el apoyo de Reactiva Perú para mypes, y decidieron llevar la experiencia a otro nivel.
Las redes sociales se volvieron su principal canal para ser visibles, así que profundizaron en ellas, con un nuevo público y otra dinámica. ¿Cómo llamar la atención de la gente? Por la vista y el estómago: comenzaron a filmar la preparación de los platos: ceviches veganos, enchiladas, parrillas. Mejoraron la carta, con ingredientes más naturales y sin descuidar el sabor, enfocados en el reparto de comida vía delivery.
Se acercaron más a los clientes, ofreciendo recetas de sus postres más aclamados. Morin aseguró que han tomado muy en serio las medidas de seguridad y ecológicas, como utilizar bolsas biodegradables o incluir el nombre del cocinero en el pedido, afín de que, si el cliente presenta algún síntoma, se le rastree rápidamente para tomarle una prueba de descarte.
Pese a todo, André es consciente de que, como muchos negocios, el esfuerzo de años sigue siendo frágil durante la pandemia. Sin embargo, deja que sus platos hablen por sí mismos. “Más que un restaurante vegetariano, somos el lugar donde todo el mundo puede ser bienvenido”.
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La Feria Cachinera ofrece variados stands de productos personalizados. Foto: Iván Cardozo / Feria Cachinera.
Alejandra Dávila y Andrei Marambio organizan la Feria Cachinera desde el año 2010, un espacio donde confluyen distintos emprendimientos locales, desde artistas e ilustradores independientes hasta puestos de ropa vintage, música y todo tipo de productos en pleno corazón de Barranco.
Cuando el Perú tenía apenas una docena de casos de coronavirus, la feria celebraba la que sería su última edición, y se alistaban para visitar Cusco y Arequipa en abril. Con la llegada del estado de emergencia, no obstante, los casi 70 feriantes que conformaban el evento se vieron imposibilitados de seguir operando.
Fue tras este parón que nació Mercado Cachinero, la web que traslada y categoriza lo mejor de la feria presencial al mundo virtual. Esta reinvención logró concretarse gracias al esfuerzo del equipo organizador y las marcas independientes, cuyo objetivo es reunir a todos los emprendedores peruanos y sacar adelante la producción local, como afirma Alejandra.
En esta flamante plataforma de e-commerce, los usuarios pueden encontrar una selección de 35 marcas de distintos rubros, como ropa vintage, diseño independiente, cosmética natural, accesorios para mascotas y muchas otras opciones que escapan de la producción en masa, con envíos a todo el Perú.
De acuerdo con la organizadora, la moda vintage es un elemento distintivo de la Feria Cachinera, ya que esta fue de las primeras en reivindicar el uso de ropa de segunda mano, que además es ecológica, única en su tipo y una respuesta ante la tendencia del ‘fast fashion’. También destaca el diseño independiente, con grandes representantes como Amapolay, Luk Xina y Trapo.
En cuanto al infaltable rubro cultural, la Feria Cachinera ha llevado sus talleres y conciertos gratuitos a las redes sociales, pero es una fase que aún está en desarrollo. Por el momento, Mercado Cachinero ha significado un avance para el proyecto, con un recibimiento tal que, el día de su inauguración, la página web se cayó por la gran cantidad de visitas. Sin embargo, al igual que el Perú, no tardó en levantarse.
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Kit básico de corte de cabello. Foto: Instagram / @aidabell.store
Por cada crisis, una oportunidad. Esto lo supo Claudia Flores, fundadora de Aida Bell, una escuela de cosmetología que cerró sus aulas tras el mandato de quedarse en casa. Dado que el corte de cabello, el maquillaje y la tinturación son actividades muy precisas, dictar clases virtuales no era una salida viable. Al parecer, este sería un año perdido para el negocio.
No obstante, contaba con que el instituto poseía una variedad de productos que decidió aprovechar durante el cierre. Pronto, Claudia lanzó al mercado Aida Bell Store, una tienda virtual de kits para cortes de cabello por un precio accesible y a domicilio, dirigido a todas las personas que necesiten ir a la peluquería pero prefieran quedarse en casa para cuidar su salud.
A través de su página de Instagram, este negocio ofrece paquetes de peines, tijeras especiales, rociadores de agua y máquinas rasuradoras, al igual que shampoos, cremas de peinar, y tratamientos para el cabello, como ampollas anti-frizz o lociones anti-caída. Además, comparte tutoriales para llevar la experiencia de una peluquería al salón de la casa.
Durante la cuarentena, cuenta la emprendedora, muchas madres de familia adquirieron estos kits para cortarles el cabello a sus hijos. Sin embargo, su público ha ido creciendo en hombres y mujeres, y ahora sus clientes buscan artículos para cuidar la barba, o herramientas básicas para un buen corte exprés sin gastar mucho dinero.
Este giro en el emprendimiento le ha permitido a Claudia fortalecer el contacto con los clientes, a quienes explica el uso y función de las tijeras microdentadas o las navajas para perfilar las patillas, en una dedicada atención posventa. De cierto modo, la esencia de la academia se mantiene, solo que ahora el usuario es su propio estilista.