Huérfanos desde temprana edad, los hermanos Nakada Ludeña, cuyo primer apellido era originalmente Mesías, estremecieron a medios nacionales e internacionales con los asesinatos en su haber. Vayron y Pedro Pablo, cada uno por su cuenta, acabaron a sangre fría con la vida de niños, adultos y ancianos.
La modificación del apellido fue idea del hermano mayor, también conocido como el ‘Apóstol de la Muerte’. Él le pagó 800 soles a un ciudadano japonés residente en Perú con la finalidad de viajar al país nipón. Aunque no logró llevar a cabo su travesía, Vyron, el hermano menor, sí lo consiguió.
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Pedro Pablo nació en 1973 y tuvo una infancia marcada por el maltrato y el abuso. El rencor acumulado lo llevaba a torturar animales, una práctica que era solo el inicio de su furia creciente, una que él interpretó como misión divina: Dios, según su concepción, le había encomendado “acabar con la escoria de todo el Perú”. De ahí surgió su apelativo.
Cuando tenía 17 años se unió como voluntario al Ejército peruano, pero dos meses después lo expulsaron porque fue diagnosticado con esquizofrenia paranoide y tendencias psicópatas. El 1 de enero de 2005, cuando tenía casi 32 años, cometió su primer crimen, al cual le siguieron 24 víctimas más, de acuerdo con sus propias declaraciones durante su captura, en diciembre de 2006.
En este proceso, él mismo solicitó ser fusilado, pero lo condenaron a 35 años de prisión en el Penal de Carquín, Huacho, donde intentó acabar con su vida. Meses más tarde fue trasladado al pabellón psiquiátrico porque su diagnóstico de esquizofrenia paranoide fue ratificado.
Homosexuales, trabajadoras sexuales y personas relacionadas con algún vicio conformaron su lista de víctimas.
Pedro Pablo Nakada. Foto: captura de América Noticias
Cuando Vayron tenía 18 años viajó a Japón. Su nombre tuvo eco mediático cuando, el 14 de diciembre de 2015, una década después de que su hermano mayor perpetrara su primer crimen, ingresó a una vivienda en Saitama y mató a la pareja que la habitaba.
En total fueron seis personas, entre ancianos y niños, las víctimas de su crueldad: los esposos Minoru Tasaki y Misae, de 55 y 53 años; Miwako Kato, una mujer de 41 años, y sus hijas Misaki y Haruka, de 10 y 7 años, cuyos cuerpos fueron hallados apuñalados en un armario de la vivienda desde donde el detenido se arrojo al vacío cuando fue localizado por la policía.
Asimismo, las autoridades japonesas también le atribuyeron la muerte de Kazuyo Shirai, una mujer de 84 años cuyo cadáver fue encontrado en una residencia cercana al paradero de Nakada Ludeña.
En 2018 recibió la pena de muerte en Japón, pero la sentencia fue revocada por el Alto Tribunal de Tokio luego de que la defensa presentara un recurso en el que argumentaba que el acusado padecía esquizofrenia y, por tanto, no podía ser responsable jurídicamente de sus actos. Así lo informó la cadena estatal NHK.
Vayron Jonathan Nakada Ludeña. Foto: Noticias Nippon
Actualizado por Pilar Baldeón