Nacida en Lima en 1748, ‘La Perricholi’ se destacó en el ámbito teatral y se convirtió en una figura reconocida en el Coliseo de Comedias. Su relación con el virrey, que generó controversia en su tiempo, la posicionó como un personaje relevante en el virreinato, a pesar de no tener un título nobiliario.
Micaela Villegas, conocida como ‘La Perricholi’, es un símbolo de la historia peruana, recordada por su romance con el virrey Manuel de Amat y Junyent, así como por su astucia y su legado familiar. A continuación, exploramos su vida, su romance y su legado.
En la actualidad, 'La Perricholi' sigue siendo un personaje muy influyente en la cultura peruana. Foto: La República
Micaela Villegas Hurtado de Mendoza, conocida como ‘La Perricholi’, nació en una familia criolla en Lima. Desde joven, mostró habilidades artísticas que la llevaron a convertirse en actriz y cómica, ganándose el reconocimiento del público. En 1767, su vida dio un giro significativo al conocer al virrey Manuel de Amat y Junyent, quien era 44 años mayor que ella.
El romance entre Micaela y Manuel de Amat fue notorio y polémico. A pesar de la falta de un título nobiliario, ‘La Perricholi’ logró captar la atención del virrey, lo que generó descontento entre la nobleza limeña. Las anécdotas sobre su relación han sido recopiladas en el libro ‘Tradiciones peruanas’ de Ricardo Palma, donde se presenta a Micaela como una mujer caprichosa que influía en el virrey.
El apodo ‘La Perricholi’ se dice que proviene de una expresión del virrey, aunque su origen exacto sigue siendo objeto de debate. Durante su relación, se le atribuyen varias obras arquitectónicas construidas en su honor, como la Alameda de los Descalzos. Su historia de amor culminó en 1776, cuando Amat regresó a España, pero dejaron un legado importante: su hijo, Manuel Amat y Villegas, quien se convirtió en uno de los firmantes del acta de independencia del Perú.
Tras la partida del virrey, ‘La Perricholi’ continuó su vida amorosa y se casó con Vicente Fermín Echarri en 1795. Además, se dedicó a la dirección del Coliseo de Comedias, donde se destacó como empresaria teatral. Con los ingresos de su trabajo, adquirió un molino y lo convirtió en uno de los más importantes de Lima.
El año 1819 marcó el final de su vida, pero su legado perdura. Micaela Villegas dejó una fortuna considerable, valorada en 72.000 pesos de la época, un patrimonio que no era común entre los limeños de su tiempo. Su historia sigue siendo un testimonio de la fuerza y la influencia de las mujeres en la historia peruana, y su biografía se relata mediante obras de teatro y miniseries.