El historiador y crítico de arte Alfonso Castrillón comparte con nosotros una carta inédita de tres páginas que su amiga Tilsa Tsuchiya le envió tras mudarse a París en 1972. Comparto la transcripción realizada con ayuda de Bruno Zeppilli, su discípulo y gran amigo.
¡Hola…! Alfonso…, qué alegría encontrar carta tuya; estuve de viaje, conocí un pueblito de Alemania cerca de Ulm —se llama Senden—.
Felizmente todavía existen huellas de la arquitectura de la Edad Media ¡Fantástico…! Feliz, feliz. ¿París? No sé… Por mi ventana solo veo edificios, y una gran torre muy moderna.
¿Sabes? Me di mi premio por esos seis años de trabajo extensivo.
¿Mi premio? Vacaciones, cuatro meses desde que salí del Perú; pero pasado mañana voy a comenzar a pintar. (Viajes y más viajes). Pienso que cuando uno siente profundamente un cariño, este es vivo y queda… No desaparece. Cualquier actitud, por más pasiva ella sea, no significa nada, ante la fuerza y vitalidad que se puede transmitir con solo pequeño gesto.
No creí necesario despedirme… La distancia no existe para mí; hubiese sido falsa.
Es actual y vivo tu figura bailando danzas griegas, tu zambullida en la piscina y tu gran sombrero, tus alergias, tu buen y mal humor, tu aire grave y tu aire de niño feliz y bueno.
“Las mujeres son como las mariposas que van de flor en flor”. (Tú lo dijiste mientras íbamos a tu casa).
¿Y tu elegante terno crema? Siempre elegante y fino, Alfonso.
Eso que dijiste me da que pensar acerca de las mariposas. Es peligroso leer a René Guénon… O lo tomas para siempre o lo dejas, son dos cosas. Es lo más verdadero la salvación o la muerte, da miedo… ¿No? En realidad me he equivocado, no es la muerte, sino que uno ya estaba muerto y quiere seguir muerto. Se necesita toda una vida o más que una vida, pero sé que es la verdad… Y René Guénon es lo mejor por mientras te envío uno de mis libros, pero antes tienes que leer tres que te voy a mandar, en Lima no vas a encontrar…
Yo corrí mucho para llegar a la cita que teníamos, pero no llegué a tiempo; el juez de menores llegó muy tarde (permiso de salida para mi hijo), tú sabes cómo es en palacio de justicia, no pensé que fuera así; si no, hubiéramos quedado en otro día… ¡Gracias por perdonarme! Estaba preocupada…, pero al mismo tiempo sabía que comprenderías.
He sabido que Julio Le Parc me ha estado llamando por teléfono (estamos trabajando por el encuentro de plásticos latinoamericanos). Como hace solo horas que he llegado no he podido llamarlo todavía.
Esta necesidad de conversar contigo es tan fuerte que he dejado todo para más tarde.
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Alfonso, yo quisiera que me avisara cómo sería la exposición para decirle todos los detalles, como quién pagaría los gastos, etc. Tú sabes… Porque él sí quiere exponer en el Perú.
También estoy en contacto con Esmeraldo de Brasil.
Mi querido Alfonso, ¡cuídate! Felizmente ya estás bien, es una enfermedad muy peligros para la gente grande. Tienes que cuidar tu alimentación.
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No olvides que para mí lo más importante es el amor en todas sus expresiones y por lo tanto muy fiel.
Soy fiel a ti, a nuestra amistad, a esta maravillosa amistad.
Espero que con estas líneas haya logrado (aunque sea un poquito) trasmitirte esta felicidad mía al leer tu carta.
Tilsa.
Carta. Tres páginas en papel de seda componen la carta que conserva Castrillón con mucho cariño.