Cultural

Lima: el resurgir del templo de la Buena Muerte en Barrios Altos

Restauración. Prolima trabaja en la restauración de la Iglesia de la Buena Muerte en Barrios Altos, templo edificado en el siglo XVIII.

Proyección. Se espera una restauración integral de la plaza de la Buena Muerte. Foto: difusión
Proyección. Se espera una restauración integral de la plaza de la Buena Muerte. Foto: difusión

Bajo las capas de la historia, el antiguo templo de la Buena Muerte, en el cruce de los jirones Áncash y Paruro, en el corazón de Barrios Altos, emerge como un testigo silencioso de los tiempos pasados. El paso de los años, sin embargo, dejó su huella en las paredes. Hasta 19 estratos de pintura moderna fueron adheridos sobre la capa original. Por ello, Prolima se ha propuesto un arduo trabajo de recuperación del edificio. La apuesta no es solo por la iglesia, sino por toda la plaza adyacente al templo.

El conjunto religioso surgió como una pequeña capilla, erigida por la Orden de los Ministros Enfermos a inicios del siglo XVIII. Con el tiempo, creció nutriéndose de las necesidades de la Orden. Sin embargo, el terremoto de 1746 alteró el destino del templo. La reconstrucción total de este se concluyó en 1758. El Programa Municipal para la Recuperación del Centro Histórico de Lima, dirigido por Luis Martín Bogdanovich, se ha embarcado en un proyecto de restauración que parece desafiar al mismo tiempo a la temporalidad y la modernidad. Con el fin de continuar recuperando el Centro Histórico de la capital, los especialistas buscaron devolver a este ícono del siglo XVIII su antigua gloria.

 El equipo de Prolima trabajando en restaurar la madera y la Iglesia de la Buena Muerte a mediados del siglo XX. Foto: composición La República

El equipo de Prolima trabajando en restaurar la madera y la Iglesia de la Buena Muerte a mediados del siglo XX. Foto: composición La República

La metodología para su restauración se basa en dos principios: quitar los elementos ajenos a la configuración original y, en paralelo, recuperar los que se perdieron. La elección de materiales y técnicas se ha guiado por criterios de compatibilidad con la estructura original y de garantía de durabilidad. Con los años, el templo había perdido mucho de lo que lo componía originalmente. El equipo de Prolima viene reintegrando revoques, molduras y piezas ornamentales en portadas, ventanas, cúpulas, balaustradas y torres. La carpintería de puertas y ventanas se viene sometiendo a un meticuloso tratamiento de rejuvenecimiento. Puntos críticos en la estructura son fortalecidos, y la torre principal, linternas y campanario brillan hoy con nuevos colores.

 Plaza. La iglesia y la plaza adyacente previo al inicio de la obra. Foto: difusión

Plaza. La iglesia y la plaza adyacente previo al inicio de la obra. Foto: difusión

Gracias a este trabajo, pronto podremos apreciar un edificio histórico de manera muy similar al que se observaba en el siglo XVIII. Lo interesante es que estos proyectos no solo significan la recuperación de un edificio histórico, sino la resurrección de una memoria colectiva que yacía perdida y olvidada. El trabajo de Prolima ha sido notable en ese sentido desde sus inicios. Hay un trabajo muy meticuloso en respetar la esencia original del edificio. La apuesta por recuperar el espacio urbano y por restaurar el valor histórico de lo que fue nuestra ciudad en sus orígenes no solo embellece la ciudad, sino que educa a sus ciudadanos, invita a la curiosidad y refuerza la identidad de un espacio.

La restauración del conjunto de la Buena Muerte, que inició a mediados del 2023 y concluirá este año, es una de las cinco obras en paralelo que Prolima viene desarrollando en Barrios Altos. Una vez concluida, será complementada por la puesta en valor de la plazuela de la Buena Muerte, adyacente al conjunto. El proyecto, que actualmente está en fase de estudios para el desarrollo del expediente técnico, plantea una renovación de todos sus pisos y su sistema de iluminación, además de una conexión fortalecida con el templo.