Casi medio año que no se levanta el telón. El virus, como bien dice Juan Carlos Fisher, los ha puesto fuera de escena. Mejor dicho, junto a sus colegas que hacen cultura, los ha llevado a vivir algo que se parece a un drama. Y si sigue así, la cosa, para el teatro peruano, podría pintar para tragedia. Juan Carlos Fisher, el director del musical Pantaleón y las visitadoras, afirma que proyectos suyos se quedaron con boletos vendidos y otros, a mitad de camino.
La suerte de Juan Carlos Fisher es que algunas obras que dirigió, como Pantaleón... y las películas Bota por mí, Sangra. Grita. Late y Utopía, están colgadas en el portal Movistar Play. Pero eso no es consuelo.
La pandemia los ha puesto en un callejón en el que no se sabe cuándo habrá una salida.
Sí, es un poco triste saber que sectores de las industrias culturales están totalmente olvidados por el gobierno en su proceso de recuperación. Ya hemos estado acostumbrados a ser como un poco olvidados, pero ahora se nota más. Se puede entender que en el país hay prioridades más urgentes, pero no hay que olvidar lo importante que es la cultura para nuestra sociedad.
En la cuarentena, la cultura ha sido un refugio...
Sí, ha estado circulando un meme que dice: sin libro, sin películas, sin series, etc., me hubiera vuelto loco en la cuarentena. Como ve, el arte también sirve para sobrevivir.
Han reactivado algunos eventos, el fútbol, por ejemplo.
Nosotros estamos en la espera. No tenemos un lobby fuerte en comparación con el fútbol y otras áreas que han logrado reactivarse. No tiene ningún sentido que se pueda jugar fútbol y no se pueda grabar una serie, una película, ensayar teatro. Me parece que son inconsistencias del gobierno. No quiero ser una persona más en decir cosas en contra del gobierno, entiendo lo masivo que es el fútbol y lo necesario para el espíritu peruano poder ver un partido aunque sea desde su casa, pero también es necesario las artes.
¿Cree que se han tardado en reiniciar algunas actividades?
Sí, claro, ha habido una demora con la apertura de las librerías. Cómo no haber hecho delivery con libros cuando en este momento necesitábamos de ellos, pero dieron prioridades a otras cosas. No estoy hablando de salud ni educación, que sabemos que en nuestro tenía que ser de máxima prioridad, pero tampoco dejar de lado la cultura.
A ustedes no les quedó otra que el ciberespacio y reinventarse.
Supongo que a todos los que trabajamos en actividades artísticas como la pintura, literatura, cine, danza, ballet. Yo soy un poco más joven, pero vengo de una generación de maestros que han podido superar momentos muy duros en la historia de nuestro país. Sabemos que todo esto es temporal, que vamos a regresar con muchas fuerza. Lo que sería extraordinario es poder contar con apoyo del gobierno. No tiene tenía sentido que haya vuelo comercial de casi dos horas a alguna parte del Perú y no poder sentarse diez minutos en un café.
Se han destinado 50 millones de soles para apoyo del sector cultural, previo concurso, ¿cómo lo toma?
No estoy al tanto de las condiciones de ese dinero. Pero lo cierto es que en nuestras industrias culturales no solamente somos las personas que medianamente damos las caras, sino también hay mucha gente que está detrás, en la boletería, asistente de producción, de dirección, de tramoya, vestuario, escenografía, etc., que se encuentran parados por meses. ¿Qué hay para ellos?
¿Qué proyectos suyos truncó el COVID-19?
Yo iba a reestrenar una obra que recibió todo el cariño de la gente, Toc Toc. Estábamos a dos semanas, la escenografía estaba lista y ahí quedó. ¿Qué estará haciendo el realizador de la escenografía tan grande en su taller? No tiene trabajo. El virus nos ha puesto fuera de escena, no solo en Lima sino en todo el mundo. Pero es alentador que en países del primer mundo, la nueva normalidad incluye los museos, cines, teatros. Eso me genera como esperanza aquí.
Se ha tenido que recurrir a plataformas online. ¿Esta herramienta se quedará?
Yo creo que nada se compara a la experiencia presencial en una obra de teatro, un concierto, incluso el cine, que poco a poco ha sido desplazado por el cine en televisión en nuestras casas. El hecho de ver una obra de teatro en una sala para mí es la experiencias más maravillosa. Es imposible que el teatro deje de existir, existió antes del imperio romano. Sí, han surgido nuevas herramientas, puede ser complementario a lo que ya existe, puede ser un medio alternativo y de exploración.
Es verdad, hay quienes han convertido su sala en sala de cine.
Sí, últimamente estaba sufriendo mucho con la gente, pues está comiendo su canchita, hablando con el celular. He tenido que buscar horarios donde sabía que no iba tanta gente. Como se han acostumbrado a ver películas en sus domicilios, cuando están en el cine, creen que están en sus casas. No tenemos por qué escucharlos, comer o contestar por el celular. Menos mal que en el teatro eso no sucede.
¿En la cuarentena ha trabajado algo nuevo?
Este año tenía planificado cuatro montajes. Normalmente estreno tres o cuatro obras al año, pero esto ha sido totalmente inesperado.
Aparte de Toc Toc, ¿los otros eran nuevos?
Dos obras nuevas y dos reposiciones. Iba a reestrenar el musical Mamma mía, pues ya se habían vendido millares de entradas. Iba a dirigir a fin de año la obra Personas, lugares y cosas, con Jimena Lindo. Ya estaban con fechas de ensayos. Todo se ha caído.
Ser hijo de Patricia Soto, artista de teatro danza, ¿le marcó su vocación?
Yo crecí en la época cuando el terrorismo llegó a Lima y mi madre no quería dejarme solo en casa y me llevaba a sus ensayos. Ella empezó a hacer cosas de producción y yo, a los 6 años, ya estaba repartiendo programas. Mi madre me llevaba consigo, como había apagones y atentados y ella quería estar a mi lado. Yo estaba feliz, descubriendo el mundo del teatro. Qué habría sido yo si mi madre, por ejemplo, hubiera sido economista.
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¿Actuar pésimo en El avaro, de Moliere, le convenció de que lo suyo era la dirección?
(Risas) Sí, actué mal. Aristóteles Picho, que era mi maestro, me hizo procesar y tomar consciencia de mi opción, la dirección. Me invitó a ser asistente del asistente de la dirección de Luis Peirano. Yo lo tomé como si me hubieran nombrado presidente de la República. Me di cuenta de que Aristóteles tenía razón.
¿Y cómo así se decidió a hacer musicales? Pocos lo hacen.
Así como mi madre estudió danza, mi padre canta. Mis orígenes están allí, pero yo canto horrible. Pero desde muy chico encontré en la música una forma de expresión. Cuando yo estaba en primaria, me regalaron casetes de algunos musicales y yo en mi casa, en vez de ver fútbol, escuchaba musicales.
Asumió el doble desafío de hacer el musical de Pantaleón y las visitadoras. Es novela de Vargas Llosa y Pancho Lombardi la llevó al cine.
De Pantaleón se han hecho varias versiones en teatro antes y no musicales. Tuvo que pasar muchos años para yo capitanear un proyecto grande. Pantaleón era una extraordinaria materia prima para un musical. Vargas Llosa aceptó incluso que haga ajustes en su narrativa. Mi Pantaleón es muy distinto al de Lombardi.