Alejandro González Iñárritu estrenó “Bardo, falsa crónica de unas cuantas verdades” en Netflix y ha dividido radicalmente al público: o la amas o la odias, no hay términos medios para este ejemplar del cine de autor. Yo pertenezco al segundo grupo que no soportó su tedio, desmesura, pose y pretenciosidad. Si en “Birdman” el director voló cerca del sol sin quemarse, aquí termina estrellado por no dejar de mirar su ombligo de artista.
Lejos de emocionarme o fascinarme, su autoflagelación no logra la conexión ni complicidad emocional que podría esperar de una película íntima en la que el director se desnuda, como lo hicieron Fellini o Sorrentino en su momento. Solo a él y su séquito de fanáticos, la insoportable grandilocuencia de su retórica les parecería música para los oídos. Sin embargo, esto no siempre fue así: En 2015, realizó una proeza cinematográfica llamada “El renacido”.
Su historia, ambientada en 1823, nos transporta a las profundidades de la América salvaje. El explorador Hugh Glass y su hijo Hawk participan en una expedición de tramperos que recolecta pieles. Cuando el primero es atacado gravemente por un oso, su compañero John Fitzgerald lo traiciona y lo deja a su suerte. Ahora solo tendrá su fuerza de voluntad para sobrevivir y vengarse.
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“El renacido”, con Leonardo DiCaprio, estuvo nominada a 12 premios Oscar, puso a la crítica de rodillas y fue escuela para cinéfilos recién concebidos. La película no tiene esas reflexiones filosóficas, simbolismos ni diálogos presuntuosos. Al contrario, es una simple pero épica historia de venganza con escasos diálogos y potentes imágenes rodadas en un entorno completamente natural.
Sus proezas técnicas y méritos artísticos son logros irrebatibles, pero varios desconocen la ambiciosa producción detrás para llevar la cinta a cabo. En palabras de DiCaprio, fue el rodaje más arduo en el que ha trabajado hasta la fecha y llevó su salud al límite. “Puedo señalar unas 30 o 40 escenas como las tomas más difíciles que he grabado jamás”, dijo en una entrevista para Yahoo Movies.
“Desde entrar y salir de ríos congelados a meterme dentro del cuerpo de algún animal (...) Estaba totalmente congelado, posiblemente en un constante estado de hipotermia (mientras usaba abrigos de piel que alcanzaban los 50 kilos)”, explicó el actor sobre las duras condiciones climatológicas que provocó la salida de varios miembros del equipo. ”Se convirtió más en un capítulo profundamente intenso de nuestras vidas de lo que nunca pensamos que iba a ser”, subrayó.
En cuanto a su dieta en el set, DiCaprio optó por no comer casi nada y probar, alguna que otra vez, pedazos de carne cruda. Como sabemos, el actor es vegentariano, por lo que esta experiencia no fue agradable. “Ciertamente, no consumo hígado de bisonte crudo con regularidad. Cuando vean la película, verán mi reacción. Lo dice todo. Fue instintiva”, detalló al respecto.
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“El renacido” compitió por 12 premios Oscar en su edición 88, entre las categorías a su nominación, se encontraba el galardón a mejor actor que tanto se le resistió a Leonardo DiCaprio durante su prolífica carrera. Esta era su sexta oportunidad y la competencia no se quedaba atrás, pero fue el candidato favorito por los fans. Varios estaban convencidos de que la Academia siempre fue injusta con él y empezaron una campaña viral a su favor que incluso impulsó movilizaciones en diferentes países.
Luego de 23 años en la industria cinematográfica, el trabajo de DiCaprio fue reivindicado y reconocido con el galardón más importante. Su discurso estuvo lleno de elogios al equipo de producción, agradecimiento y palabras concientizadoras sobre el cambio climático. “Es la amenaza más urgente a la que se enfrenta nuestra especie. Necesitamos trabajar unidos y dejar de retrasarlo (...) No demos por sentado nuestro planeta”, enfatizó.