Basada en el cuento navideño de Dr. Seuss, la película El Grinch se convirtió en un clásico infaltable para estas fechas festivas gracias a la actuación del protagonista Jim Carrey y al mensaje de reconciliación. Dos décadas después, la cinta sigue dando que hablar por su laboriosa producción.
De hecho, la película, dirigida por Ron Howard, ganó un Oscar a Mejor maquillaje y peluquería. Asimismo, fue nominada a Diseño de producción y vestuario. Lo que pocos saben es la serie de problemas que atravesó el actor para transformarse en el monstruo verde de la Navidad.
El equipo de producción requirió un total de 8 horas y media para la primera aplicación de todo el maquillaje. No obstante, Jim Carrey se sentía como “enterrado vivo” y su frustración lo llevo a realizar un agujero en la pared de su remolque. La molestia era tal que le dijo al director que abandonaba en el primer día de rodaje.
A fin de remediar el problema, el cineasta solicitó la ayuda de su productor Brian Grazer, quien contrató a un especialista en tortura para que le enseñe técnicas para distraerse y mantenerse tranquilo durante el proceso. El resultado fue todo un éxito y Carrey logró ponerse el maquillaje incluso 100 veces durante el rodaje.
Finalmente, el proceso de maquillaje se refinó para mayor comodidad del actor. Así, el tiempo para la aplicación se redujo a dos horas y media por la mañana, mientras que llegó a tardar una hora por la noche para la remoción.
El Grinch es una especie de ogro verde que siempre ha vivido aislado en la cima de una montaña, en las afueras de Villa Quién. Habituado a la soledad, lo que le destroza los nervios son los villancicos que la gente del pueblo canta en Navidad. Para vengarse, decide robar los regalos de Santa Claus.