El País
Viggo Mortensen vive en Madrid con su pareja, la actriz Ariadna Gil. Habla inglés, danés, francés, español con exquisito acento porteño (vivió en Argentina de niño), árabe e italiano. Pasea al perro, lee, bebe mate, ve fútbol, y, a veces, hace películas.
”Siento haberte traído a este mundo para que tengas que morir”. Se lo dice un hombre a su hijo recién nacido. Está en el arranque de su película.
Me gusta esa frase. Seguro que ese padre la dice con todo el amor posible. Pero suena brutal. La puse en el tráiler. Y algunos distribuidores de la película me dijeron: “¡Noooo!”. Pero esa frase es la película. Con ella tiene sentido todo lo demás.
¿Está muy presente esa cuestión en su cabeza?
Bueno, primero: no queda otra. Segundo: yo, de lo primero que recuerdo de niño como concepto, fue ver que se moría un perro, un gato. Y le pregunté a mi madre: “Si se muere el caballo…, ¿tú te morirás también? ¿Y yo me muero?”. Y ella: “Buenooo, eso pasa, pero tranquilo, no pasa mucho”. Yo le insistía. Y ella dijo: “Falta muchísimo tiempo, no te preocupes”. Y, al final, me dijo que sí. No me asusté, pero me enojé. Y desde entonces —creo que es el subconsciente—, cuando me despierto, lo primero en lo que pienso es en la muerte.
¿Cuánto hay de su propia historia familiar?
Yo he escrito varios guiones. Y ya hace 20 años lo intenté. No me salió. Hace 6, otra vez, con otro guion. Haber tenido que esperar hasta ahora para dirigir mi primera película me ha servido para aprender de los que lo hacen bien. Yo estaba trabajando para armar otra película, más complicada, una cosa de época...Además, en esos años estaba trabajando poco como actor porque mi madre estaba enferma, había pasado años con su segundo marido que tenía demencia senil, que es una cosa que en mi familia ha habido mucho… Yo había vivido esto de cerca.
¿Cuándo falleció?
En 2015. Hicimos un almuerzo con amigos y familiares. Muy interesante, porque conoces a gente que tu madre conoció y que tú no, y cada uno te cuenta versiones distintas de lo que ella te había contado. Y dije: “Algunas de estas frases las voy a apuntar”. Y empecé a armar un cuento con eso. Y en el avión, por la noche, empecé a inventar cada vez más cosas…
¿Cree que esta película sobre los mayores puede tener otro sentido después de lo que ha pasado con la pandemia y el trato que se les ha dado?
Yo espero que sí. En la película se trata el tema de qué podemos hacer con los mayores, cómo hacemos para protegerlos. En Europa no ha sido un problema encontrar distribuidores para la película, pero en Estados Unidos no sé qué va a pasar. La ven y les parece muy bruta, dicen que no saben bien qué hacer con ella. Este tema en Estados Unidos, con el sistema de salud de allí, pues, ya sabes… Hay gente que cuando los mayores tienen demencia senil y hay que cuidarlos, tienen que vender el coche, la casa…
En España es terrible lo que ha pasado con el virus y los más mayores en los hospitales…
Sí, esas instrucciones dadas por la Comunidad de Madrid son terribles, pero también en Cataluña, y en Estados Unidos con los rebrotes, lo mismo. Cuando llegan estos pacientes mayores, a eso le ponen un nombre muy técnico para en realidad querer decir “a casa, usted no cabe aquí”. Es horrible, lo que se ha hecho con los ancianos durante la pandemia se parece a lo que hacían los nazis. Una fila aquí, otra ahí. “Este es débil, así que es dispensable”.