El Sol, la fuente de energía que ha sostenido la vida en la Tierra durante miles de millones de años, no es eterno. Aunque su desaparición está a miles de millones de años en el futuro, los científicos ya han logrado predecir con precisión qué ocurrirá cuando finalmente se quede sin combustible. La vida de nuestra estrella sigue un ciclo natural de formación, desarrollo y, finalmente, desaparición, como ocurre con todas las estrellas del universo.
La NASA ha dedicado décadas al estudio del ciclo de vida estelar, y el destino del Sol no es una excepción. ¿Qué ocurrirá cuando nuestra estrella llegue al final de su vida útil? ¿Podría la humanidad estar presente para presenciar este momento? Los expertos ya tienen respuestas.
La NASA ha anunciado que, actualmente, el Sol se encuentra en su temporada de máxima actividad. Foto: NASA
El Sol tiene un ciclo de vida largo y complejo, pero su fin, aunque distante, está claramente delineado por los estudios astrofísicos. Según la NASA y diversos expertos en el campo de la astronomía, el Sol dejará de existir dentro de aproximadamente 5.000 millones de años. En ese momento, agotará su combustible principal, el hidrógeno, lo que marcará el inicio de una serie de cambios que lo llevarán a transformarse en una gigante roja y, eventualmente, en una enana blanca.
El físico Frederick C. Bruhweiler, en línea con estudios de la NASA, ha profundizado en las predicciones sobre el destino de nuestra estrella, para el portal especializado Space.com. El experto explica que la vida del Sol, como la de todas las estrellas, sigue un ciclo predecible basado en su masa y en la cantidad de combustible nuclear disponible. En la actualidad, el Sol se encuentra en lo que se conoce como la fase de secuencia principal, un período estable que dura miles de millones de años, en el cual el hidrógeno en su núcleo se fusiona para formar helio. Esta fase ha durado ya unos 4.500 millones de años desde la formación de nuestro sistema solar, y continuará por otros 5.000 millones de años más.
La razón por la que el Sol dejará de existir es simple: eventualmente se quedará sin combustible. Las estrellas como el Sol generan energía mediante un proceso conocido como fusión nuclear, donde los átomos de hidrógeno se combinan para formar helio, liberando enormes cantidades de energía en el proceso. No obstante, el hidrógeno en el núcleo del Sol no es infinito.
El consenso científico es claro: cuando el núcleo del Sol agote su suministro de hidrógeno, comenzará a colapsar bajo su propia gravedad. Esto provocará que el Sol se caliente y comience a quemar el hidrógeno restante en una capa que rodea el núcleo. Este proceso aumentará la presión y hará que el Sol se expanda significativamente, entrando en la fase de gigante roja. Esta transformación es uno de los momentos clave en la evolución de una estrella de tamaño similar al Sol. Durante esta fase, se calcula que su diámetro se expandirá hasta más de 200 veces su tamaño actual, engullendo a los planetas interiores, incluido muy probablemente la Tierra.
A lo largo de esta fase de gigante roja, el Sol continuará perdiendo masa y colapsará gradualmente hasta convertirse en una enana blanca, una estrella muerta que ya no tendrá la capacidad de generar energía a través de la fusión nuclear. La enana blanca resultante será extremadamente densa y del tamaño aproximado de la Tierra, pero con una masa considerablemente menor que la del Sol actual.
La expansión del Sol durante su fase de gigante roja tendrá consecuencias devastadoras para la Tierra. Aunque el planeta ya habría perdido la mayor parte de su agua y recursos vitales debido a la mayor luminosidad del Sol mucho antes de que ocurra la expansión completa, este último evento marcará el fin definitivo. La Tierra será engullida por la atmósfera del Sol o, en el mejor de los casos, convertida en un planeta árido y sin vida, orbitando una estrella moribunda.
Júpiter, Saturno y los otros planetas exteriores del sistema solar también sufrirán cambios debido a la pérdida de masa del Sol. Según los modelos teóricos respaldados por la misión espacial Gaia, de la NASA, la masa de estos planetas podría ser lo único que quede, aunque significativamente alterada.
La humanidad, si es que aún existe, deberá haber encontrado una nueva manera de sobrevivir fuera de la Tierra antes de que estos eventos catastróficos ocurran. El aumento de la temperatura y la radiación solar durante los últimos mil millones de años de vida del Sol ya harían el planeta inhabitable mucho antes de que se inicie la fase de gigante roja.