En la madrugada del 8 de enero, despegó el módulo de aterrizaje Peregrine, de la empresa Astrobotic, la nave que busca hacer posible el regreso de Estados Unidos a la Luna por primera vez en más de 50 años tras la exitosa misión Apolo de 1972.
El vehículo partió a las 2.20 a. m. desde Cabo Cañaveral (Florida) y la fecha estimada para el alunizaje es el 23 de febrero. No obstante, se presentó un problema en el vehículo cuando quiso recargar su energía con el Sol. Desde entonces, Astrobotic viene informando cómo avanzan las intervenciones técnicas para resolver la 'anomalía'.
La misión forma parte de la iniciativa de la NASA de Servicios Comerciales de Carga Lunar (CLPS), por el que contrata con empresas privadas la construcción y lanzamiento de las naves. El cohete Vulcan, de la proveedora United Launch Alliance (ULA), despegó transportando instrumentos científicos de la entidad espacial estadounidense.
"Estamos ante un paso de gigante para la humanidad que se prepara para regresar a la superficie lunar por primera vez en más de medio siglo", expresó Bill Nelson, administrador de la NASA tras la partida del cohete.
PUEDES VER: La Estación Espacial Internacional será visible en cielo peruano: ¿en qué regiones y hasta cuándo?
Pese a que el lanzamiento fue exitoso, siete horas después, Astrobotic anunció que no fue posible orientar la nave hacia el Sol para recargar su energía. Sin embargo, también dio a conocer que el problema estaba en proceso de reparación por los técnicos de la compañía.
La empresa difundió un comunicado mediante redes sociales. Foto: Astrobotic
Posteriormente, en un segundo pronunciamiento, se advirtió que de no solucionarse el inconveniente, la nave no podría lograr el alunizaje y posiblemente se estrellaría contra la superficie lunar.
El punto de llegada objetivo de la misión es una región conocida como 'Sinus Viscositatis', que puede traducirse como 'bahía pegajosa' en español. Esta zona se ubica junto a los Domos Gruithesen, en el borde noreste del Océano de Tormentas, una extensa planicie en el margen de la cara visible de la Luna.
Tras la llegada al satélite, los instrumentos de la NASA estudiarán la capa más externa de la atmósfera lunar, las propiedades térmicas del regolito (que es como se conocen a los fragmentos de roca), la cantidad de hidrógeno en el suelo del alunizaje y se realizará un seguimiento de la radiación ambiental.
Se estima que la zona conocida como Viscositatis sinusal tiene un diámetro de 68 kilómetros. Foto: IAU
Con información de Europa Press