Ya sea en postres, en helados, en jugos, en cocteles o sola, la fresa es uno de los alimentos más populares en diversas partes del mundo. Sin embargo, resulta que no es una fruta y, contrario a lo que se cree, —en términos botánicos— tampoco es una baya. Además, suele pensarse que los puntos presentes en su cobertura son semillas, pero tampoco lo son. Entonces, ¿qué es una fresa y qué son esas misteriosas pepitas que la cubren?
Las fresas son altamente valoradas por su alto contenido de vitamina C. Foto: Pexels
Para que una fruta sea considerada una baya, requiere poseer ciertas características: debe contener varias semillas, estar formada por una capa externa, un centro carnoso y una cubierta interna. Algunos ejemplos de bayas son las uvas y los arándanos. Las fresas no poseen estos rasgos.
La fresa es una especie de planta del género Fragaria y de la familia Rosaceae, a la que pertenecen las rosas. Al igual que las frambuesas y las moras, que también pertenecen a esta familia, son consideradas “frutos agregados”.
Planta de la fresa. Foto: librosagronomicos
A diferencia de los frutos, que están compuestos por carpelos fusionados de una misma flor, los frutos agregados constan de varios carpelos separados de una misma flor, según el Atlas de histología vegetal de la Universidad de Vigo. Los carpelos son las hojas modificadas que conforman la parte reproductiva de las flores.
Los carpelos contienen la parte reproductiva de la flor. Foto: difusión
Los puntitos de las fresas son, en realidad, los frutos de la planta. La conocida área roja viene a ser una parte denominada “receptáculo” que se hincha cuando la flor de la planta es polinizada. Esto es muy distinto a lo que ocurre con otras plantas, cuyos frutos crecen tras la polinización.
Entonces, cuando la planta de la fresa es polinizada, el receptáculo se hincha y el verdadero fruto se separa en aquenios, término utilizado para nombrar a los puntitos.
Respecto a las semillas de las fresas, hay una en el interior de cada uno de los aquenios. Sin embargo, no suelen ser usadas para sembrar otras fresas, sino que es más común que estas crezcan por medio de los corredores. Estos son tallos que se desligan de la planta central y a los que les nacen raíces.
Los aquenios son los frutos de las fresas. Foto: difusión
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Los aquenios son responsables del 81% de la capacidad antioxidante de las fresas, según investigadores del Instituto de Investigación y Formación Agraria y Pesquera (Ifapa) de la Junta de Andalucía.
El estudio, publicado en la revista International Journal of Molecular Science, indica que los aquenios liberan antioxidantes, como fenoles, flavonoides y antocianos. Estas propiedades ayudan a prevenir estrés oxidativo, enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer y obesidad.
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Como se mencionó anteriormente, las fresas no suelen reproducirse por las semillas que contienen los aquenios en su interior, sino por los estolones, que son como unas pequeñas ramas áereas que tienen las plantas de fresa. Estas crecen, echan raíces en el suelo y producen nuevas plantas que se utilizan para iniciar nuevas parcelas del fruto agregado.
Los nutrientes de las fresas ayudan a respaldar las defensas del cuerpo contra enfermedades cardíacas, cáncer, la presión arterial alta y el extreñimiento, según un artículo del portal especializado Medical News Today. Esto debido a sus altas concentraciones de vitamina C, ácido fólico, vitamina A y potasio.
Las fresas son una alternativa saludable para el desayuno. Foto: TheKitchn
Las fresas no son dañinas para los perros, según la American Society for the Prevention of Cruelty to Animals (ASPCA). Sin embargo, como toda fruta, poseen azúcares, por lo que es recomendable solo en pequeñas porciones para las mascotas.