Cuando se habla de especies marinas raras, es inevitable mencionar al Magnapinna o calamar de aleta grande. Las extremidades alargadas de estos cefalópodos suelen evocar lo que en la cultura popular se conoce como 'aspecto alienígena'. Sin embargo, su rareza va mucho más allá de la ciencia ficción.
Hasta ahora, se han confirmado menos de 20 avistamientos de Magnapinna, según la Oficina Nacional de Administración Oceánica y Atmosférica (NOAA, por sus siglas en inglés). La mayoría de ellos se encontraba entre los 2.000 y los 4.700 metros de profundidad. Por ello, suelen ser detectados solo con vehículos operados por control remoto (ROV).
El calamar de aleta grande posee ocho brazos y dos tentáculos con curvas en forma de codo, lo que le da su apariencia distintiva. Asimismo, pueden superar los 6 metros de largo.
El más grande que se ha encontrado medía 6,4 metros de largo. De ese total, 6,1 metros correspondían a sus brazos y tentáculos, 20 veces la longitud de su cuerpo.
"Se desconoce exactamente cómo los calamares de aleta grande usan sus brazos y tentáculos", explica la NOAA.
"Estos apéndices (brazos y tentáculos) tienen ventosas microscópicas, y los científicos creen que es probable que los calamares los usen para atrapar presas que chocan contra ellos mientras cuelgan en el agua debajo de su cuerpo o se arrastran por el lecho marino", agrega la institución.
Desde que fue descubierto en 1998, los Magnapinna han sido clasificados en tres especies distintas. No obstante, los expertos creen que podría haber más, los cuales serían identificados a medida que la tecnología nos permita explorar cada vez más profundo.