El Ministerio de Salud de Rusia registró, este 01 de marzo, la “primera vacuna nasal contra la COVID-19″, informó a través de Twitter el Instituto Gamaleya, desarrollador del inmunizante inyectable Sputnik V. Esta versión nasal pretende reducir el contagio del coronavirus SARS-CoV-2 así como su propagación comunitaria, especialmente con la variante ómicron, según la institución.
“La vacuna nasal Sputnik, la primera vacuna contra la COVID-19 registrada en el mundo en forma nasal, es especialmente eficaz frente a la altamente transmisible ómicron y otras variantes emergentes, no solo en términos de protección contra la infección, sino también para prevenir la transmisión”, señaló Alexander Gingsburg. el director del Centro Gamaleya.
La idea de una vacuna intranasal contra el SARS-CoV-2, causante de la enfermedad de la COVID-19, se encuentra en desarrollo en distintos laboratorios del mundo desde el inicio de la pandemia.
Sin embargo, Rusia ha anunciado el uso de la vacuna nasal en el país pese a no presentar los resultados de los ensayos clínicos que validen su seguridad y eficacia, un paso necesario para todo medicamento a comercializar.
El objetivo de la vacuna nasal es reforzar la inmunidad en las mucosas nasales, la zona donde ocurre primero la infección de la COVID-19, asegura el profesor Akiko Iwasaki, de la Universidad de Yale. De ese modo, se busca retener la replicación del SARS-CoV-2 y también evitar su propagación.
Si bien las inyecciones por vía intramuscular “inducen anticuerpos circulantes robustos y respuestas sistémicas de células T y B que bloquean la propagación viral y la enfermedad”, sugiere que “para bloquear mejor la infección, se debe establecer la inmunidad en las superficies mucosas”, precisó.
En diciembre del 2021, el Instituto Gamaleya había anunciado que una vacuna nasal contra la enfermedad causada por el coronavirus SARS-CoV-2 estaría lista para el primer trimestre de 2022.
La versión inyectable de Sputnik V, utilizada en más de 70 países incluido Argentina y México, aún no ha recibido la aprobación de la Organización Mundial de la Salud (OMS). Ahora, su evaluación ha sido postergada debido a la invasión rusa.