Mucho antes de que existieran los planetas en el sistema solar, el Sol pudo tener anillos en su disco protoplanetario que probablemente permitieron la formación de la Tierra tal como la conocemos, ha sugerido un estudio publicado en la revista Nature Astronomy.
Según la NASA, los discos protoplanetarios —nubes de gas y polvo en forma de disco— son comunes alrededor de las estrellas jóvenes distantes. Además, se cree que son la génesis de los planetas en el universo. En 2016, la matriz de telescopios ALMA capturó una imagen de la estrella TW Hydrae con dicha característica.
Basándose en la hipótesis de la nebulosa solar, André Izidoro, astrofísico y autor principal del estudio, desarrolló junto a su equipo simulaciones por computadora de la formación del astro rey y los demás planetas y cuerpos rocosos.
En 2016, la matriz de telescopios ALMA capturó el disco protoplanetario de la estrella TW Hydrae, ubicado a 175 millones de años luz. Foto: Atacama Large Milimiter/submilimeter Array
De acuerdo con los modelos, se dieron “golpes de presión” (alta concentración de gas y polvo) en el disco que causaron fisuras entre el cúmulo de partículas sólidas alrededor de la estrella.
A estas especies de ‘barreras’ se les conoce como líneas de sublimación, donde los materiales como el silicato, el agua y el monóxido de carbono se habrían evaporizado hasta dar origen a tres anillos concéntricos.
El astrónomo Andrea Isella, coautor del informe, señaló que estas acumulaciones habrían dado el tiempo suficiente para que las partículas —por el frío del tiempo— formen los planetas y, por el contrario, no sean arrastrados por la gravedad de la estrella.
Ilustración de tres anillos distintos alrededor del Sol que podrían haber producido los planetas. Foto: Rajdeep Dasgupta / Rice University
“Nuestro modelo muestra que los golpes de presión pueden concentrar el polvo y cuando están en movimiento, pueden actuar como fábricas planetesimales”, sostuvo Izidoro en un comunicado.
De ese modo, el anillo más cercano al sol formó los planetas del sistema solar interior (Mercurio, Venus, Tierra y Marte); mientras que el anillo del medio, los planetas del sistema solar exterior (Júpiter, Saturno, Urano y Neptuno).
Por otro lado, el tercer anillo (el más exterior), habría formado los cometas, asteroides y otros cuerpos pequeños ubicados en el Cinturón de Kuiper.
Según los autores de la investigación, la existencia de estos anillos también habría evitado que la Tierra se convierta en una “súper Tierra”. Según la NASA, estos cuerpos celestes son hasta 10 veces más masivos que nuestro planeta.